En A Coruña se labró el respeto de Riazor como jugador y con Valverde el del fútbol español como técnico
19 dic 2017 . Actualizado a las 08:53 h.El fútbol es para listos. Acostumbraba a decir Luis Aragonés. Pero también para trabajadores, como demuestra la historia. No siempre los dotados con mayores cualidades técnicas llegaron más lejos. En el Dépor, hubo varios ejemplos. Uno de ellos es el del fiel escudero de Ernesto Valverde, entrenador del Barcelona, próximo rival blanquiazul. Jon Aspiazu (Bilbao, 1952) fue uno de esos futbolistas que calaron hondo en el corazón del deportivismo y al que su honradez deportiva y su trabajo le permitieron, con el paso de los años, labrarse también un futuro como entrenador. Al igual que como futbolista, no era un líder del equipo (en lo referente al juego, sí lo era en el vestuario), pero sí un perfecto gregario. Ese que a cualquiera le gustaría tener a su lado.
Como jugador no tuvo una trayectoria más bien modesta, siendo un año en el Athletic y los cinco que pasó en el Deportivo los más destacados de su carrera. Con el equipo coruñés ascendió a Primera y mantuvo la categoría, siendo considerado como la extensión de Arsenio Iglesias en el terreno de juego. Su capacidad de mando y su perfecto entendimiento del juego lo hicieron granjearse el respeto do Bruxo de Arteixo. Más allá del fútbol, de A Coruña se llevó una familia, con hija incluida.
Tras militar en el club coruñés y un paso corto por el Sestao (ya había jugado allí antes de fichar por el Dépor), colgó las botas muy joven. Con solo 31 años. Tenía claro que su futuro estaba en el banquillo y, de esta forma, con solo 35 ya estaba dirigiendo al Amurrio y un año después al Aurrerá de Vitoria, ambos en la Segunda B.
Fue antes de encontrarse con Ernesto Valverde en el filial del Athletic. En Lezama nació un tándem en el verano del 2002, que quince años después continúa y dirige al Barcelona, el invicto líder de la Primera División.