El pequeño Raúl, antes de crecer y convertirse en Albentosa, el grandullón, era un niño que dormía con un balón en la mente
13 ene 2018 . Actualizado a las 18:43 h.El pequeño Raúl, antes de crecer y convertirse en Albentosa, el grandullón, era un niño que dormía con un balón en la mente. Jugar al fútbol era su ilusión y ver al Valencia, un premio, que le daban sus padres cada quince días.
Desde bien pequeño gustaba de ir a Mestalla y a Paterna para fotografiarse con sus ídolos. Fue testigo de una de las Ligas y de las dos finales de la Champions perdidas por los ches. Sonrisas y lágrimas por igual.
Y, precisamente, frente al equipo de su niñez será ante el que Cristóbal le brindará la oportunidad de continuar en el once inicial después del buen papel realizado el pasado domingo en Villarreal. Será el momento de emular, al que era el ídolo de aquel pequeño socio valencianista: Roberto Ayala. «Nunca olvidaré el gol al Málaga que le dio la Liga al Valencia y su gesto pidiendo tranquilidad porque quedaba mucho».
En la retina del joven Raúl, que siempre veía los partidos desde le primera fila porque «sentía que mis ídolos estaban más cerca y soñaba con tocar el césped», también perduran imágenes de otros grandes jugadores como el Piojo, Carboni, Kily o Carew, que llegó a hacerle llorar tras fallar alguna ocasión.
Son recuerdos de un niño que soñaba con ser futbolista y que esta noche quiere ser protagonista de futuros recuerdos de infantes deportivistas celebrando un triunfo ante el Valencia.