Se cumplen siete años desde que Aranzubía estalló de éxtasis. Último minuto, el Dépor perdiendo un duelo crucial por la permanencia, subida a la desesperada en el último córner ante el Almería y... la locura más inesperada.

Fabián Bouzas

Aunque la razón de esta historia ocurre en Almería, en el estadio Juegos del Mediterráneo el inicio y origen de todo ocurrió muy lejos de allí, a casi 1.000 kilómetros, en Bilbao tres años antes de lo que ocurrió el 20 de febrero de 2011.

Miguel Ángel Lotina estaba viviendo un primer año en el Dépor tremendamente convulso en la temporada 2007-2008. A la delicada situación del equipo, en posiciones de descenso en la primera vuelta, se le unió la crisis de los porteros, con aquel incidente entre Munúa y Aouate en Abegondo que complicaba más el objetivo de la permanencia. Con un imberbe Fabricio Agosto siendo titular con apenas 19 años, el Dépor comenzó a escalar posiciones en la tabla. Fue el año de Wilhelmsson, de la defensa de cinco, un año que acabó en puestos de Europa League.

Aouate terminaría la temporada siendo titular pero el Dépor y Lotina ya habían preparado el relevo bajo palos. Unos meses antes del final de curso, con la problemática de la meta deportivista en plena vorágine, el técnico del Deportivo disfrutaba de unos días de asueto en Bilbao, allí se encontró con el protagonista de esta historia, de manera casual, en un centro comercial; era Dani Aranzubía. El entonces meta del Athletic había sido relegado a rol de tercer guardameta por Joaquín Caparrós, que tenía a Gorka Iraizoz y Armando por delante en sus preferencias. Ese encuentro fue el primer contacto para que Aranzubía recalase en el Dépor, siempre con el técnico de Meñaka como principal valedor.

MANUEL MARRAS

Unos meses después el Dépor llevaba a la práctica su modificación en la portería. Aouate abandonaba la entidad rumbo al Mallorca y Dani Aranzubía aterrizaba en Riazor a coste cero, con dudas en la afición pero con la confianza máxima del cuerpo técnico. Pronto las dudas se fueron disipando. Titular desde la primera jornada de liga, la primera gran noche de Aranzubía llegó pronto, apenas en el mes de octubre en la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Europa League ante el Brann. La tanda de penaltis se decantó del lado blanquiazul, con un Aranzubía excelso que paró tres penaltis y clasificaba al equipo para octavos.  Era su carta de presentación ante la afición deportivista.

A partir de ahí el Dépor contó con un seguro bajo palos. Regularidad, seguridad, carácter y solidez bajo palos marcaron la trayectoria de un Aranzubía que disputó 47 partidos en su primera temporada entre Liga y Uefa y 36 en la segunda. El Dépor navegaba entonces en aguas muy tranquilas, con un séptimo y un décimo puesto en la 2008-2009 y la 2009-2010.

Llegó entonces el cuarto año de Lotina, el tercero de Aranzubía, la 2011-2012. Un Dépor que había perdido en verano a su pieza fundamental en los últimos años, un Filipe Luis que se había ido traspasado al Atlético de Madrid por 13 millones de euros. La temporada transcurría con un Dépor irregular, que no era capaz de encontrar un patrón de juego y en el que Lotina salvó el cuello en octubre, tras un pésimo inicio de temporada, en la que el equipo no consiguió la victoria hasta el mes de octubre, ante el Espanyol.

Pululando por la zona media baja de la tabla, el Dépor firmaba en invierno a Xisco Jiménez, Pepe Sand y Javito, en busca de una pegada que el equipo nunca tuvo en toda aquella temporada. En ese contexto llegaba un Dépor errático a Almería en pleno mes de febrero, un duelo importante contra el penúltimo clasificado y que el Dépor afrontaba como una oportunidad de alejarse de un descenso que por entonces ni se sospechaba pero que se acabaría consumando.

La alineación de aquella tarde en Almería la formaban: Aranzubía; Manuel Pablo, Colotto, Lopo, Morel; Juan Rodríguez, Antonio Tomás, Rubén Pérez, Juan Domínguez; Riki y Adrián López. En el Almería, entonces entrenado por Jose Luis Oltra, destacaban figuras como Diego Alves, Kalu Uche, Feghouli o Pablo Piatti. El partido desnudó a un Dépor rácano, inoperante en ataque y superado en un mediocampo poblado por futbolistas fuera de posición, de características muy similares. Juan Domínguez y Juan Rodríguez ocupaban las bandas y el Dépor naufragó ante un Almería muy superior durante gran parte del partido. Los andaluces pudieron encarrilar el partido en la primera parte con ocasiones de Ulloa y Piatti pero sendos paradones de Aranzubía evitaron el gol local. Un tanto que acabaría llegando al inicio del segundo tiempo en un disparo magistral de Pablo Piatti a la escuadra derecha de la meta deportivista.

Tras el gol en contra Lotina reaccionó con todo lo que tenía en el banquillo. Introdujo a Lassad, Pepe Sand y Pablo Álvarez, el Dépor mejoró, al menos su propuesta fue más ofensiva y atrevida y tuvo sus opciones para el empate. Sin embargo, el guión más inesperado estaba por llegar. Ya en el descuento, el Dépor lanzaba el octavo córner del partido, todo el equipo en área rival, hasta Aranzubía, que prometía ser el enésimo intento desesperado por buscar un empate que parecía haberse esfumado. Pero Pablo Álvarez ejecutó el córner, bastante abierto, Diego Alves salió a la desesperada para intentar despejar de puños, en su trayectoria de salida una ingente cantidad de jugadores le tapan e impiden que llegue al esférico, lo hace antes su homólogo, un Aranzubía que se adelantaba al meta rival y le ganaba el duelo a Marcelo Silva para cabecear un gol para la eternidad.

El meta entró en trance, sus compañeros, entre la alegría y la estupefacción, reían de felicidad e incredulidad por el gol del meta; brazos en alto, gritos y el rostro de Aranzubía tocando el cielo en el césped de lo que parecía que sería un Almería - Dépor más. No lo fue, el gol hacía historia, daba un punto que sabía a oro para el Dépor y dejaba a los locales desencajados. Aranzubía se convertía en el primer portero en marcar de cabeza en la historia de la liga: «Es lo más bonito que me ha pasado, no se puede comparar con parar un penalti ni con nada», decía el protagonista al final del partido. Había bromas también con la efusividad en la celebración: «No sé ni lo que decía yo ni mis compañeros, sé que se me echaron encima y me faltaba el aire, porque venía de correr en dos jugadas. Casi me ahogan», bromeaba.

«Es lo más bonito que me ha pasado, no se puede comparar con nada», Dani Aranzubía

La jugada quedaría ya para la historia. Aranzubía se desquitaba así del gol que siempre le negaron a Songo´o, el histórico meta camerunés del Dépor, que llegó también a anotar de cabeza un gol en Soria ante el Numancia en el año 2000, pero que fue anulado por una supuesta falta que nunca existió y que entonces se empeñó en señalar Perez Lasa. La historia de Aranzubía en el Dépor continuó con éxito, aunque el club sufriese el descalabro del descenso esa misma temporada, el meta vasco continuó dos temporadas más siento titular en el Dépor.

La Voz

Tras cinco años en el club y casi 200 partidos a sus espaldas, Aranzubía abandonaba A Coruña en 2013 para fichar por el Atlético de Madrid, con el que se proclamaría campeón de Liga y que a la postre sería el último club de su carrera. Una carrera cuyo éxtasis más puntual llegó con algo que quizá ni siquiera alcanzó a soñar; un cabezazo, un gol y un punto en el tiempo de descuento para desatar una efímera locura. No fue un título, ni cerca, pero es el recuerdo de que cualquier historia puede iniciarse o terminarse de la manera más insospechada. Como la que iniciaron Lotina y Aranzubía sin imaginarlo, en aquel centro comercial.

CESAR QUIAN