Si el domingo comenzó el nuevo proyecto de Tino Fernández, ya va contra reloj. Desde el 2 de enero carece de director deportivo. El presidente asumió entonces la responsabilidad de las contrataciones del mercado de invierno apoyado en una secretaría técnica de la que evitó concretar su principal responsable o interlocutor para la toma de decisiones. Las incorporaciones resultaron un fiasco, desde Koval hasta Muntari, de Bóveda a Krohn-Dehli. Y mientras las jornadas avanzaban con el equipo despeñándose, se preparaba al menos el futuro a medio plazo. Asumió Tino Fernández personalmente un proceso de entrevistas y análisis que quería mantener blindado a las filtraciones.
Hace unas semanas, el presidente del Dépor fijó el horizonte de la segunda quincena de abril para anunciar el elegido para un puesto de toda confianza, el cargo de máxima responsabilidad en la parcela futbolística. Porque los esfuerzos económicos y de modernización del club se derrumban si se falla en otras parcelas. Sobre todo, en los fichajes. El zoco del fútbol no se para nunca, y tampoco espera a que el club deshoje su margarita una vez consumido un descenso primero intuido, luego virtual y ahora matemático.
Necesita el Deportivo reorganizar casi toda la parcela deportiva, que con Richard Barral fue debilitándose hasta el fracaso final del descenso. Los avances de los últimos años en la cantera centran las urgencias en la parcela del fútbol profesional. Pero la remodelación no solo afecta al fichaje del director deportivo, sino que Tino Fernández plantea un cambio más profundo, con la llegada de un equipo de colaboradores más amplio. Mientras no se plasma, cada día varios clubes apalabran futbolistas interesantes que se escapan del radar del Deportivo, lastrado por una etapa de provisionalidad. Si el nuevo proyecto empezó el domingo después de la derrota ante el Barcelona, necesita mostrar resultados palpables cuanto antes. El ascenso comienza a decidirse ahora.