Roberto Santos: «Estoy feliz de que mi hijo defienda un escudo que es de su padre»

TORRE DE MARATHÓN

El padre de Christian Santos nació en Ourense, emigró con 10 años a Venezuela, donde nació el nuevo futbolista del Deportivo, y ahora vive en Alemania

09 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Es la historia de un retorno, como tantos en la emigración gallega. Por las venas de Christian Santos corre sangre gallega, la de su padre Roberto, quien tutela la carrera del nuevo goleador del Deportivo. Roberto nació hace 66 años en Ourense, en una casa cercana al Jardín del Posío, pero con solo 10 años emigró a Venezuela, donde ya se encontraba su padre. Nunca más volvió hasta el verano pasado, cuando visitó la ciudad junto a su mujer, la madre de Christian. «Mi esposa quedó enamorada. Me decía: “¿Pero con lo bonita que es cómo te pudiste ir?” Yo me acuerdo de todos los lugares de mi niñez: el casco viejo, el Jardín, las Burgas, la Alameda,...», explica, antes de añadir: «Me siento muy feliz, y lo digo de corazón, de que mi hijo se vaya para allá. Ya se lo dije a él: “La mitad de tu sangre es gallega, vas a un club histórico y a defender un escudo que es de tu padre. Tienes que ir a ayudar a levantar al equipo a Primera”», afirma.

En Venezuela, Roberto Santos y su familia trabajaron en varias obras públicas, así como en una empresa que explotaba una mina de hierro en Ciudad Piar. Allí conoció a su mujer, que procede de una familia alemana, y nació el nuevo jugador del Dépor hace 30 años. «Por eso Christian juega para la nacional. Él es una mezcla alemana y gallega, pero es venezolano porque nació allá. Estudió en Alemania, pero sus primeras patadas las dio en la hermandad gallega de Puerto Ordaz», recuerda. Roberto también jugó al fútbol, pero hasta los 19 años y nunca de forma profesional. «Me gustaba más la parranda», bromea. No obstante, llegó a compartir equipo con varios históricos futbolistas españoles. «Había unos campeonatos, que se llamaban Copa Legendarios, que se jugaban por colonias y, en el caso de los españoles, buscaban a los mejores de Venezuela y se podían traer a seis profesionales. Y logré jugar con Quini, Uría, Cundi,...», señala.

«Se va a dejar la vida»

Cuando Christian tenía solo 6 años, la familia se asentó en Alemania, en el estado de Westfalia, pero nunca olvidó sus raíces. «Yo en casa prohibía hablar en alemán. Él sabe español de hablarlo entre nosotros y también alguna palabra en gallego», añade, aunque reconoce que cuando su hijo escribió en las redes sociales un mensaje de bienvenida al Deportivo con el dicho, tan de esta esquina del Atlántico, nunca choveu que non escampase, él mismo se sorprendió. «Es una persona muy tranquila, honesto, responsable... No tiene el carácter caliente de los sudamericanos, es más alemán, salió a la madre», se ríe.

Esta temporada Roberto tendrá la oportunidad de sumergirlo en el ambiente gallego y hasta de visitar Ourense junto a su hijo, a quien el Deportivo ha confiado los goles del ascenso. «Debo tener familia todavía allí, primos sobre todo. Cuando nació mi primera hija (la hermana mayor de Christian) estuve con mi primo, pero regresé a Alemania y tenía todas las direcciones en una agenda, pero la extravié. Fue hace años y los contactos antes eran más difíciles, no como ahora con las redes sociales y los móviles...», explica, y añade orgulloso de las cualidades del nuevo jugador deportivista: «Si le dan una palmada en hombro y confían en él, se va a dejar la vida por el Deportivo. Está con muchas ganas de empezar. Hasta se fue a Los Ángeles a prepararse con un entrenador privado y estuvo en unas instalaciones trabajando a tope». Un fichaje con hambre de triunfos y sangre gallega en las venas.