Saúl, desterrado hasta la plaga de lesiones, y Expósito, quinto en el orden de la medular, claves en la victoria
25 sep 2018 . Actualizado a las 00:21 h.Saúl conoce bien la rutina. Un par de amistosos mientras el plantel se completa, y nunca más hasta el día de la mudanza, que a veces es en agosto pero casi siempre se retrasa a enero. Seis meses de gracia para entrenar en Abegondo sin opciones de pisar Riazor. En esa fase estaba el cántabro por última vez durante la vigencia de su contrato cuando al Deportivo se le llenó la enfermería de carrileros zurdos. El fabrilista recién ascendido y el argentino de vuelta que le habían adelantado por la izquierda se accidentaron en una misma semana, dejando a Natxo González sin más recurso que la promoción del desterrado. Para recibir a Vadillo, nada menos.
Frenar a un proyecto de estrella en rehabilitación con un futbolista sin nombre, ejemplo perfecto de aquello que decía Carmelo del Pozo cuando todavía arrancaba el proyecto. Advirtió de que muchos entre quienes iban a llegar no le serían familiares a la hinchada, pero difícilmente pensaba entonces que entre los anónimos estaría un jugador que ha pertenecido los últimos tres cursos al Dépor.
Sí le sonaba de algo al míster. «A Saúl ya le conocía. No me sorprende y por eso me alegro por él. Estuvo en esa fase de que se quedaba y no, que tal y que cuál», reflexionó ayer Natxo acerca del lateral que había olvidado en Liga y Copa. «Quién sabe lo que te va a deparar el futuro», redondeó el técnico.
De momento, el presente le ha traído a Saúl un encuentro redondo con el que regresar a un estadio que solo había pisado en una ocasión, hace casi tres años, para enfrentarse al Llagostera. «Ha estado a un buen nivel en un partido duro contra un rival difícil, con jugadores complicados en banda», admitió su entrenador, testigo a pie de campo de las victorias del carrilero en el uno contra uno y de aquella acción en área rival que generó la primera gran oportunidad de la cita de ayer. La que Moreno se perdió rozando el palo. La que encendió a la grada.
De Saúl fue también el cambio de orientación que culminó en penalti. Protagonista lejano del primer gol, como Expósito del segundo. Otro soldado sin cartel el centrocampista catalán, canterano breve y autor frente al Granada de su primer partido memorable, concentrado en media hora. Puso músculo y criterio, se arrancó cuando fue preciso. A él se abrazó la mayoría mientras Quique celebraba por su lado. El triunfo de los sin nombre.