El portero del River no se conforma: «Ahora, a pensar en ganar el Mundial», asegura. Regaló su camiseta a Álex Bergantiños, que vio la final en el Santiago Bernabéu
11 dic 2018 . Actualizado a las 12:50 h.La final de la Copa Libertadores más larga de la historia. Esa que se disputó en el país de los conquistadores. La que provocó que media España estuviera pendiente de un acontecimiento que en otra ocasión habría pasado inadvertido. La que condenó a Boca a cien años de llanto y elevó a River a otros tantos de sonrisas. La de los vencidos y vencedores. Y, entre estos últimos, un hombre con pasado gallego. Con morriña de una ciudad, A Coruña, que llegó a sentir como propia. Con corazón blanquiazul. Poco más de un año después de abandonar el Deportivo, Germán Darío Lux (Carcaña, Santa Fe, Argentina, 1982) pudo levantar el trofeo más importante del fútbol sudamericano. Un premio que le hace vivir una segunda juventud.
«Cuando salí de Coruña dije que venía al club del que soy hincha desde niño, el que me hizo futbolista, con el objetivo de ser campeón. Vine para eso y lo he logrado. Es algo que no se puede describir. Pero ahora a pensar en ganar el Mundial de clubes para poder hacerlo redondo», expresaba ayer desde Madrid el campeón de la Intercontinental.
Con los años, su labor ha cambiado. No es el portero que con sus intervenciones ganaba partidos en el Dépor. A sus 36 años tiene en la experiencia y el manejo del vestuario su principal rol. «Me siento líder. Más allá de que este rol me va por naturaleza, este vestuario me lo hace sentir. Es algo con lo que me quedo en la recta final de mi carrera. Estoy orgulloso de lo que he conseguido. No quiero irme todavía. Tengo cuerda y ojalá pueda seguir en River, pero sea donde sea me gustaría seguir. Me siento feliz», reflexionaba el argentino con la voz tomada tras los festejos.
Felicitaciones coruñesas
Una celebración que pudo compartir con los numerosos amigos y compañeros que dejó en A Coruña. «Ha sido tremenda la cantidad de mensajes y llamadas que he recibido de Coruña. Desde el presidente del Deportivo, que me felicitó, a numerosos amigos que mantengo allí».
Entre ellos, Álex Bergantiños. El capitán del Deportivo viajó a Madrid para presenciar en directo la final y pudo disfrutar al término de la misma de unos minutos con su amigo. El premio, la camiseta del Poroto que desde ayer está en la Sagrada Familia.
«Vinieron a verme Laure y Álex y a este le regalé mi camiseta. Fueron años de compartir muchas cosas en A Coruña. Fuimos compañeros de habitación y compartimos también fecha de nacimiento (sonríe). Así que siempre hemos estado muy unidos. Me hizo ilusión verlo aquí», explica el guardameta argentino.
Porque si algo tiene claro el campeón de la Libertadores es que «mi corazón sigue teniendo un espacio muy importante para el Dépor». Y por eso, no pierde el contacto y procura seguir siempre que puede los partidos de su otro club. «Estoy seguro de que este año van a subir. Seré uno de los primeros en festejar el ascenso. Es algo duro. Yo sé lo que es subir y no es fácil. Pero confío en esa plantilla», subraya con ilusión mientras rememora lo que significa ganar esa prestigiosa competición que ayer añadió al Mundial sub-20 y la medalla de oro olímpica conquistadas con su selección.
«Todos los títulos son especiales. Es difícil quedarse con uno. Pero lo que estamos sintiendo todos aquí es algo que me mata explicar lo que significa. Es difícil. Una alegría inmensa», narra.
Una felicidad que llega después de semanas de incertidumbre y preocupación por los actos violentos vividos en la previa del que debía haber sido el partido de vuelta en el Monumental. «Fue una vergüenza, en general. Hay que recapacitar y no solo con el fútbol argentino, sino en general. Creo que se ha privado a muchos de nuestros hinchas de poder festejar en donde todos queríamos, que no era otro sitio que el Monumental», sentencia el veterano portero desde Madrid, en donde el River permanece a la espera de partir hacia los Emiratos Árabes, en donde disputará el Mundial de clubes.
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