Saúl se extingue en silencio

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Después de tres años atípicos, resurge en el Dépor ahora que termina contrato

04 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Saúl tuvo un buen noviembre. Fue titular en tres de los cuatro partidos que disputó el Dépor, selló con solvencia el carril y mantuvo su línea de precisión en los centros. Pero en aquellas cuatro jornadas de media inglesa, con victoria frente al Oviedo y el Osasuna y empate en Las Palmas y Almería, nadie estuvo a la altura de Dani Giménez. Dos encuentros sin encajar y otro par con intervenciones soberbias le dieron al meta el galardón de jugador del mes en el conjunto blanquiazul, respaldado por el 64% de los votantes. Saúl quedó segundo, con el 21%. La distancia parece enorme, pero nunca estuvo tan cerca el carrilero de recuperar el habla. El contrato de patrocinio que coloca ante los micros al más votado por la hinchada era el último recurso para forzar al joven cántabro a salir del mutismo en el que se ha sumido con la feliz connivencia del club, poco interesado en escuchar o leer las valoraciones del futbolista acerca de ese millón de euros en litigio o del inexplicable ninguneo que sorteó de forma fortuita a finales de septiembre.

No da entrevistas el lateral, ni comparece siquiera en rueda de prensa. Un paraguas que durante varias campañas ha tapado a diversos jugadores con escasa presencia en convocatorias y partidos. A ese grupo perteneció Saúl durante las tres primeras temporadas en A Coruña, siempre más fuera que dentro de la ciudad y el equipo. Llegó en verano del 2015, completado su mes de cesión en el Racing, a cuyas arcas fueron a parar 200.000 euros del Deportivo para cerrar el fichaje.

Alcanzado junio del 2018, el defensa había vestido tres veces de blanquiazul, todas en Copa. Disputó dos encuentros frente al Llagostera en diciembre del 2015 antes de salir a préstamo al Tenerife, y uno contra Las Palmas en noviembre del 2017, previo a su pase de ida y vuelta al Numancia. En todo ese tiempo, ni una palabra.

Relegado a una presentación en diferido que el club resolvió en una nota de prensa con foto mientras el futbolista seguía enrolado en el Racing, sus únicas declaraciones respondieron a citas de pretemporada. La primera sirvió, casualmente, para analizar un amistoso con el Lugo, próximo rival en Liga de los coruñeses. A la segunda comparecencia acudió, hace dos veranos, tras anotar el penalti que convirtió al Dépor en campeón de un bolo en Montevideo. «He hablado con el director deportivo y la gente está contenta conmigo. Siempre me han dicho que me iba a quedar, pero esto es fútbol y nunca sabes», manifestó entonces. Se quedó, efectivamente. Seis meses de ostracismo antes de irse a Soria.

Denuncia sin resolver

En Los Pajaritos acumuló minutos de juego, dejó buen sabor de boca y rozó el ascenso. Después regresó a Riazor para cumplir el último año de su contrato. A la sombra, de nuevo. O eso parecía hasta que las lesiones de Dubarbier y Caballo coincidieron para abrirle las puertas del carril al cántabro. Y resultó que el joven de 24 años (se comprometió con la blanquiazul recién cumplidos los 20) tenía buen pie en esa zurda. Además, defiende bien y apura la banda cuando hace falta. Virtudes que no sobran en ningún plantel, tampoco en el Dépor, y que habrían valido al menos por un intento de renovación en cualquier otra circunstancia. Pero es difícil encontrar un aliciente para Saúl en su paso por A Coruña, y tampoco resulta sencillo obviar la denuncia del futbolista al club que aún posee sus derechos para que asuma, junto al representante Eugenio Botas y el Racing, el millón de euros que debe pagar al Valladolid según el Tribunal Superior de Cantabria.

Diferencias que no disimulan los diez encuentros (sin derrota) disputados por el lateral y que conducen a la separación de caminos al final de la campaña. Será una extinción silenciosa.