El central valenciano se sincera horas después de haber rescindido su contrato con el club coruñés
25 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Pasaban pocos minutos de las nueve de la noche del pasado miércoles cuando Raúl Albentosa (Alcira, 1988) dejaba de ser futbolista del Deportivo. Punto y final a dos años y medio de estar cuestionado. Adiós a un club del que, a pesar de haber vivido más sinsabores que alegrías, se siente «orgulloso de haber pertenecido». Horas después de cerrar esa puerta, sin llave, pues «el destino nunca sabe lo que a uno le puede deparar», el central viaja en el AVE. Va desde Valencia a Salamanca. Allí busca sosiego para decidir su futuro. Está tranquilo. Se siente liberado. Asume que la decisión que ha adoptado es la correcta. Incluso aunque eso le suponga renunciar a mucho dinero. En concreto, más de un año y medio de contrato. Un precio asumible cuando «la felicidad de la familia está en juego».
-¿Por qué se va?
-Porque lo necesitaba. Después de que el Dépor hiciera efectiva la opción de recuperarme del Nàstic, estuvimos hablando mucho, estudiando posibilidades de futuro. Y, bueno, llegó un momento en el que tomé la decisión y di el paso para rescindir. El club, en principio, ni se lo planteaba, ni lo quería. Pero acabó entendiendo que era lo mejor para las dos partes. Pienso que no es una decisión cómoda para mí, pues me quedaba año y medio de contrato y podía haberme quedado cobrando hasta que me hubieran dicho que me fuese. En verano, teníamos claro que era bueno que saliera. Lo hice cedido, y ahora, pues hemos tomado esta decisión.
-El club dice que, desde el punto de vista económico, es un acuerdo muy ventajoso para la entidad. ¿Significa eso que usted pierde dinero?
-Por supuesto. Pierdo muchísimo dinero. Muchos amigos y compañeros se han quedado sorprendidos por la decisión que adopté. Pero por encima de todo está mi felicidad y la de mi familia. Cuando en un sitio, por circunstancias, no congenias y no se da la situación del equipo adecuada, pues tú a nivel individual debes tomar una decisión. Yo lo he hecho. Y he sido honrado. Y sin tener equipo, porque hay cosas, pero nada claro. Todos sabemos que diciembre no es lo mejor para fichar.
-¿España o fuera?
-Casi seguro que fuera. Pero no hay nada fijo.
-¿Su etapa en el Dépor fue tan oscura como parece desde fuera?
-Ha sido un tiempo duro. Individualmente, estuve muy cuestionado a diferentes niveles. Tanto desde una parte de la afición, como desde otra parte importante de la prensa. Pero no me voy con una mala sensación. En verano sí que estaba anímicamente peor. Ahora, veo las cosas desde otro prisma. Entiendo que cada uno en su empresa puede hacer lo que crea y hay que respetarlo. Por eso, no tengo nada que reprochar a nadie. Para nada. Al contrario, he hecho buenas amistades, por ejemplo, con los dos directores deportivos que he tenido. Richard Barral me trajo y guardo muy buen recuerdo de él. Carmelo del Pozo demostró ser un tío claro y honesto desde que llegó. Y eso que tenía una difícil misión. Desde hace tiempo, incluso antes de llegar yo, el Dépor necesitaba un cambio porque se veía que podía tocar fondo antes o después. Y lo hizo. Gracias a Carmelo y al entrenador que ha elegido, el Dépor, a día de hoy, creo que está haciendo las cosas muy bien y para mí es favorito al ascenso. Ojalá que sea así.
-¿Por qué no se vio su mejor versión?
-La primera vuelta con Garitano creo que fue buena. Hasta que se fue Babel, el equipo nunca estuvo en descenso e hicimos unos partidos en diciembre muy buenos. Y yo, en particular, estuve bien. Pero, después del partido contra el Espanyol empezó a truncarse todo. Pasó algo que no quiero contar, que para mí fue determinante de cara al futuro tanto personal como del grupo. Luego echaron a Gaizka, llegaron otros entrenadores y también tuve momentos de participar a un nivel aceptable. Finalmente, con Seedorf, cómo cambió la mentalidad del grupo, me encontré muy bien. Y el descenso creo que coincidió con un buen momento de juego personal. Pero ahí ya estaba señalado y solo se veía lo malo de mí. En ocasiones, exagerándolo. Le diré que soy mucho mejor futbolista de lo que era en el Eibar o cuando llegué.
-No es habitual ver a un futbolista que deja un club como lo ha hecho usted hablar así del entrenador y del director deportivo que no han contado con él.
-La gente se cree que Natxo y Carmelo no contaban conmigo. Y eso no es cierto. El propio entrenador me preguntó, cuando llegó, qué intención tenía. Si quería quedarme o no. En ningún momento se mostró negativo conmigo. Pero después del descenso y la situación anímica que había vivido, no podía quedarme. Volvería a estar en el punto de mira y no lo quería. Es como el año anterior, que no empecé jugando con Mel. No fue porque el entrenador no me quisiera, sino porque yo no tenía claro seguir. Ya estaba incómodo.
-Habla del cambio que ha experimentado esta temporada el vestuario. ¿Llegó a plantearse la posibilidad de quedarse?
-No, por todo lo que había pasado. Pero me hubiera gustado. Si anímicamente hubiera estado mejor... Está claro que la pasada temporada, deportivamente, no fue mi mejor versión. Pero estoy convencido de que este año, con este entrenador, y con la forma que tiene de jugar, hubiera disfrutado mucho del fútbol. Pero necesitaba airearme.
-¿Por qué se descendió? Porque la plantilla no era para bajar.
-Claro que no era un equipo para descender. Pero no se hicieron las cosas bien. Ahora sí se están haciendo bien. Se ha mirado todo con más cuidado. En el fútbol hay que ser claros. Uno debe dedicarse a una cosa y otro a otra.
-¿Por qué no se pudo reconducir aquello?
-Vino Seedorf y lo intentó. Y se enderezó bastante. Pero no llegó. Los que tienen que tomar decisiones son los jefes. Cuando planificas un equipo profesional sabes que vas a contar con 25 jugadores que cada uno es de su padre y de su madre. Yo puedo aportar mi granito de arena y ayudar en lo máximo. Pero, insisto, eso es responsabilidad de los jefes.
-¿Se refiere a los entrenadores o apunta más arriba?
-Entrenador, director deportivo, presidente... Creo que la marcha de Fernando Vidal se notó mucho. Es una persona a la que le guardo mucho cariño. Después de irse, me mandó algunos mensajes muy cariñosos... ¿Ve? Es lo que le decía antes, aquí guardo muy buen recuerdo de mucha gente, de los utilleros, Suso y Javi, de la lavandería, de los doctores... En general, de los empleados del club.
-Y se va sin acritud.
-Y orgulloso de formar parte de la historia de un gran club como el Deportivo. El día de la Real me tocó ser el capitán. Y, a pesar, de lo mal que fue el partido, me queda el buen recuerdo de haber portado el brazalete. Y eso, pese a quien le pese, significa entrar en la historia del Deportivo. El día que me puse el brazalete entré en la historia del club. Esa foto la voy a enmarcar. Porque, le insisto, a pesar de lo mal que me llegué a encontrar, porque me sentí señalado, en A Coruña me encontré muy bien. Es una ciudad en la que se vive muy bien. Mis hijos se criaron ahí... El único inconveniente, el clima, pero si fuera también bueno, todo el mundo querría vivir ahí (se ríe).