El regreso del delantero sevillano aspira a rearmar en el ánimo y en el fútbol a un Deportivo
al que solo le vale la victoria en Oviedo para continuar creyendo en el ascenso directo
31 mar 2019 . Actualizado a las 20:56 h.
Todo confluye en Oviedo, donde el Deportivo se aboca a un punto de inflexión en la crisis de fútbol y resultados que le acompaña. Mientras sus aspiraciones por el ascenso directo penden de un hilo, la recuperación de Carlos Fernández, el jugador más echado en falta por seguidores, compañeros, técnico y crítica, debe convertirse en el decisivo empuje anímico, de juego y liderazgo que implora este equipo, al que a falta de once jornadas para el cierre liguero el tren de las dos primeras plazas ya no espera más. Todo lo que no sea ganar en el Nuevo Tartiere, donde los coruñeses contarán con el apoyo de 3.000 hinchas, en una de las movilizaciones más importantes del deportivismo de los últimos tiempos, ahondará en las dudas y supondrá en la práctica pasar página al objetivo de acabar la Liga en una de las dos primeras plazas.
Pudo haber mejor momento para la vuelta de Carlos Fernández: cualquiera de los grises partidos del Deportivo en los dos últimos meses, en los que apenas ganó uno desde el campo, pero nada menos que el de Granada. El delantero, a quien Natxo dejó entrever que podría incluso formar en el once titular, no juega un choque completo desde el derbi del 6 de enero contra el Lugo, pero el último que disputó en plenas condiciones se remonta al 2 de diciembre, cuando cayó por primera vez lesionado en el patatal de Majadahonda. Pasaron casi cuatro meses sin el Messi del Deportivo, al que los compañeros no han hallado manera de olvidar, ni el entrenador de suplir.
El sevillano regresa obviamente mermado y sin el estado de forma óptimo para volver a ser el que fue. Autor de un gran hat trick en el triunfo más brillante del Deportivo, el 4-0 al Elche, del gol del empate al Málaga en Riazor, del que cerró la cuenta frente al Oviedo o del que abrió el triunfo contra el Osasuna, pero sobre todo añorado por su entendimiento con Quique, el pichichi blanquiazul, por hacer mejores a sus compañeros y por las mil y una soluciones que aporta para la generación del juego de ataque de su equipo.
Vuelta al rombo
El regreso del delantero, las malas sensaciones de las últimas jornadas y la imperiosa necesidad de ganar impulsan la posibilidad de que el Deportivo recupere ahora el rombo del centro del campo tan característico de Natxo González. Si esto es así, con Edu Expósito suspendido, Krohn-Dehli en la enfermería y Didier Moreno destacado como el mejor de la última jornada desde el vértice por delante de la defensa, al técnico no le quedan muchas posibilidades para los interiores. Mosquera, Vicente Gómez y Vítor Silva pugnan por dos posiciones, con posibilidades incluso de que el recién llegado portugués se adelante a la mediapunta, donde Pedro e incluso Cartabia completarían la terna de candidatos.
Esta semana el entrenador se cuidó mucho de dar pistas sobre sus planes, con dos entrenamientos finales a puerta cerrada, y se esforzó por que sus jugadores pasen página de la mala espiral en que están instalados. Incluso les programó una mañana jugando al paintball, como si de una pretemporada se tratase y todo volviese a empezar en el partido de esta tarde. En sus manos está dar un golpe en la mesa, sumar tres puntos y dejar claro a todos, desde la recelosa hinchada hasta el último de sus rivales, que el Dépor ha vuelto y que el ascenso directo ha dejado de ser una sueño lejano.