En una de las peores entradas que se recuerdan en Riazor, con poco más de 13.000 aficionados en las gradas, y muchos ya desfilando por las puertas camino de la calle en los instantes finales del partido, la hinchada habló bien claro al término del cuarto empate consecutivo de la temporada y mientras el Deportivo sigue hundido en posiciones de descenso. Todo el estadio silbó a sus futbolistas, que se agruparon en el centro del campo a escuchar el veredicto de la grada después de que el árbitro señalase el término del choque.
Los gritos, que en muchos momentos del partido habían pedido a su equipo más intensidad, tensión y fuerza con el balón y en las disputas, se dirigieron entonces en contra de la directiva y, en especial, atacaron al director deportivo. Los cánticos a favor de la dimisión de Carmelo del Pozo, que ya se escucharon cuando el equipo se bajó del autobús antes de entrar al estadio, se repitieron en varios momentos del encuentro: al descanso, pero también cuando el Dépor encajó el primer gol, después de que Mollejo empatase y en la recta final del partido.
En medio de estos gritos no se deslizó ninguno que reclamase el despido del entrenador, quien habitualmente se convierte en el eslabón más débil en la cadena de responsabilidades de los clubes en apuros. En este caso, Anquela fue recibido con más aplausos que pitos cuando en el arranque del partido se cantó su nombre por la megafonía de Riazor.
Eso sí, los escasos aficionados que quedaban en las gradas tras el pitido final tuvieron el detalle de aplaudir la retirada a los vestuarios del Mirandés. La hinchada de Riazor premió así el esfuerzo de un equipo honesto que luchó hasta el pitido final por los tres puntos.