El nuevo entrenador blanquiazul, que se estrenó con hasta nueve fabrilistas a sus órdenes, insistió en el trabajo defensivo
09 oct 2019 . Actualizado a las 19:06 h.Sin un minuto que perder. Luis César disfrutó este miércoles de sus dos primeras sesiones de entrenamiento en el Dépor. No hay otra palabra que describa mejor cómo se vio al técnico gallego: disfrutando. Otra cosa será que sus jugadores se dejen llevar por esta intensa forma de vivir el fútbol, o que los resultados y el juego del equipo lleven a los aficionados a volver a disfrutar también en Riazor. Pero para comenzar, Luis César se lo pasó bomba. Controlador, gesticulante y locuaz, no se puede decir que a sus jugadores les doliese la cabeza del bombardeo de propuestas de este técnico metódico y minucioso, pero en unas horas de convivencia les ha quedado claro que su nuevo jefe tiene mucho que comunicarles.
El asunto más urgente se refiere a la defensa. En la mente de todos están los 17 goles encajados en 10 jornadas, y se ha aplicado en solucionarlo desde ya. En una sesión con nueve fabrilistas (el portero Boian, los laterales derecho Valín y Eimil, los centrales Bourdal y Mujaid, el mediocentro Gandoy, el lateral zurdo Martí Vilà, el mediocentro Kanouté y el delantero Mario Losada) arrancó el trabajo practicando el repliegue, las basculaciones y la coordinación de una línea de cuatro con dos pivotes por delante. Se turnaban dos bandos: Eimil, Peru, Mujaid y Luis Ruiz; Bergantiños y Kanouté; frente a otro en el que formaron Valín, Bourdal, Bóveda y Salva Ruiz; Vicente Gómez y Gandoy.
¿Bóveda, central?
Insistió Luis César especialmente en acciones en las que el lateral se encontraba adelantado y el central debía tapar su hueco. Dos conclusiones: sus primeros sistemas fueron un 1-4-4-2 (con Longo y Beto en punta) o un 1-4-4-1-1 (con Aketxe a la espalda del fabrilista Losada); y Bóveda actuó como defensa central. Puntilloso, no dudó en parar el juego siempre que lo consideró oportuno, pero no solo para pedir más intensidad o atención a sus jugadores. En una ocasión también reclamó calma al peruano Beto, que corría a presionar la salida del bando contrario en el partidillo final. «Espera, déjalos que se equivoquen, solo les quedan cinco minutos para atacar», le explicó. Luis César no quiere pasar desapercibido.