El máximo goleador del Dépor ha formado en el once en todas las citas, pero ha ido perdiendo relevancia y el nuevo sistema le resta aún más protagonismo
01 nov 2019 . Actualizado a las 09:35 h.«¿Sabes qué ha pasado? Que hemos tenido más la pelota. Que Ager no se ha quedado tan arriba, que ha venido al medio, se ha metido por aquí, se ha asociado con Gaku y con Álex... Y eso en el fútbol es muy importante». El último servicio de Juan Antonio Anquela antes de abandonar el Dépor consistió en dejarle marcado el camino a su sucesor. En la rueda de prensa que cerró su estancia en A Coruña —después aún compareció otra vez, pero sin admitir preguntas, ya en modo despedida— reflexionó acerca del cambio de imagen en el mejor encuentro ofrecido por el equipo bajo su dirección. Un 0-0 ante el Almería insuficiente para sostener al técnico en el cargo, pero válido en la autopsia del proyecto fallido. El mal estuvo en todas partes, pero se sintió más en aquellas vitales para el funcionamiento colectivo. El Deportivo empequeñeció, entre otras cosas, por el rendimiento de sus dos jugadores de mayor talento.
El impacto de Shibasaki se ha ido diluyendo desde su estreno feliz frente al Oviedo, incapaz de sostener la medular en un doble pivote que le desgasta en la contención y multiplica el campo a abarcar en las ayudas. Es reticente a abandonar una plaza con la que se siente identificado y en la que disfruta cuando lo cita su selección, pero los duelos de Japón son muy distintos a los de Segunda y tampoco sus socios tienen nada que ver. El de características más propicias para rebajar la carga de Gaku con balón es Ager Aketxe, víctima estos días de un mal que podría ayudar a entender qué hace el vasco en una categoría inferior a la que exigen sus pies.
Máximo goleador
Su zurda genera una dependencia que ya padecieron en varios clubes. Difícil prescindir de quien garantiza goles (ocasiones, al menos) cada vez que la pelota se detiene. Cuatro tantos suma el bilbaíno, máximo anotador en un conjunto que vende barata esa condición. El Fuenlabrada, próximo adversario, tiene un recurso similar en Hugo Fraile, tercero en la lista del pichichi de la competición. También el extremo onubense brilla a balón parado, y de sus siete dianas, dos han llegado de falta directa y cinco de penalti, pero el juego de los madrileños no demanda de él mayores esfuerzos. Le basta con tocar el cuero 45 veces de media por encuentro. 65 promedia Ager. 18 pases buenos por cita de Fraile; 38 de Aketxe.
Así se explica que el 10 de los coruñeses apenas haya tenido respiro. Forma parte del trío imprescindible tanto para Anquela como para Luis César. Solo él, Bergantiños y Dani Giménez han salido de inicio en todos los partidos esta temporada. Casi siempre, para ocupar la plaza de enganche, escoltando a un único punta. Un lugar que quedó vacío en Santander. Allí el mapa de calor sitúa al ex del Cádiz inusualmente escorado en banda, perdiendo protagonismo creativo en favor de un doble pivote de mayor músculo con Nolaskoain y un dúo en punta.
Nunca había jugado tan poco este curso como en el Sardinero, reemplazado a los 64 minutos por Jovanovic, autor del gol del empate. Mientras estuvo en el césped, solo centró dos veces al área. Ambas, desde la esquina, y ninguna con buen final. Luis César ha optado por distribuir responsabilidades en la estrategia y ahora Aketxe siempre tiene compañía al ejecutar.
Arrancando escorado, a pierna cambiada, gana opciones su recorrido en diagonal para buscar opción de tiro. Por contra, la falta de un carrilero capaz de apurar con éxito la banda y centrar —Bóveda destaca por su perfil defensivo y Simón es muy poco preciso en el envío— limitan las opciones de juego por la derecha y la poca disciplina defensiva del 10 multiplica el trabajo en ese costado para los ocupantes de la medular. Los ensayos de esta semana en Abegondo hacen pensar en que Luis César plantará otra vez dos puntas en Fuenlabrada y esa formación reduce la importancia de Aketxe cuando se mueve el balón.
Luis César se centra en la estrategia
Después de haber llenado de fabrilistas el entrenamiento del miércoles, en la sesión de ayer no hubo más representante del filial que Mujaid. Quizá el más útil para practicar acciones de estrategia, una de las obsesiones de Luis César en su intento de mejorar el pobre rendimiento blanquiazul.
«España ganó un Mundial porque en la semifinal marcó Puyol de córner. El Madrid, una Champions porque en el último córner del partido marcó Sergio Ramos. Si los cracs mundiales necesitan del balón parado, cómo no vamos a necesitarlo el resto», razonaba hace unos días el técnico arousano. En aquella rueda de prensa, el míster recordaba el fenomenal rendimiento obtenido por los coruñeses en la estrategia el curso pasado. «Fueron los mejores, junto al Almería», destacaba el entrenador. Nada que ver con el bagaje actual.
El Deportivo ha encajado ya siete goles en saques de esquina o lanzamientos de falta, y se enfrenta al conjunto que más depende de esta suerte para marcar. El 70 % de los goles del Fuenlabrada en lo que va de campaña han sido producto del balón parado (cinco, de penalti).
Registro que contrasta con el del próximo visitante del estadio Fernando Torres. Cuatro tantos llevan los coruñeses partiendo de un lanzamiento a pelota quieta (33 %) y solo uno procede de un centro al área (el rematado por Mollejo en el duelo con el Numancia).
Por eso Luis César llenó ayer de muñecos metálicos el césped de Abegondo, tratando de simular oposición a los rematadores de los envíos en los que se turnaron Aketxe, Jovanovic, Gaku y Salva Ruiz. La pareja formada por estos dos últimos (el ex del Mallorca es fijo en el lateral izquierdo) da una pista sobre la probable vuelta al once del japonés. Las correcciones consumieron casi una hora del entrenamiento, en busca de un nuevo arma para un equipo sin gol.