El antiguo salvador concedió dos errores clave, en otro día para olvidar del Dépor, con Aketxe y Montero negados
10 nov 2019 . Actualizado a las 15:20 h.La portería. Otra vez la portería. Esa demarcación que parecía maldita en el Deportivo, en la época de Tyton, Pantilimón y Rubén, pero que Dani Giménez se había encargado de dejar zanjada tras un brillante pasado curso, en el que se vistió de superhéroe en una cantidad ingente de oportunidades. Parecía un problema resuelto, un quebradero menos de cabeza para los muchos entrenadores que han ido desfilando por A Coruña, hasta que la actual campaña del Deportivo, colista indiscutible de Segunda, también amenaza con llevarse por delante la sobriedad del meta vigués.
Incluso esta temporada podía ser que no funcionaran las bandas, que los centrales fueran una coladera, que el centro del campo no generara juego y que los delanteros no metieran una. Pero Dani Giménez se salvó algún día con una o dos manos. Ejerciendo de capitán dentro y fuera del terreno de juego. Pero ayer no fue su día. Ya contra el Málaga había concedido el gol de la sentencia visitante, algo menor por lo mucho que le había dado al equipo. Y contra el Elche fue uno de los grandes culpables de la derrota. Falló estrepitosamente. Porque pudo hacer más en el primer gol, en el que pecó de mano blanda y en el que su impulso con el tren trasero tampoco fue el adecuado. La falta estuvo genialmente botada, pero los porteros también están para algo.
El Elche se adelantó en el primer tiro a puerta, después de unos minutos iniciales en los que el Deportivo transmitía buenas sensaciones. Un gol que dejó en shock al cuadro coruñés, con una bipolaridad alarmante, arrastrada por la carencia de puntos.
El equipo coruñés tardaría en levantarse del golpe, pero lo consiguió a base de la fe del juvenil Mollejo y de la profundidad de Salva Ruiz. Empató y mereció incluso un segundo gol. Pero otro error de su portero acabó decantando la victoria para los franjiverdes. A Dani se le escapó un balón que parecía inocente y con el que acabó concediendo un penalti tan innecesario como claro. Ese sería un segundo mazazo del que el equipo ya no se levantaría. Un segundo error clave, quizás para empezar a abrir el debate de la portería.
Un fiasco generalizado
Los errores de Dani Giménez acabaron resultando determinantes para el equipo, pero no fueron los únicos. En un partido en el que el Dépor no estuvo tan mal como otros días, en el que pudo merecer mejor fortuna, sigue resultando preocupante el rendimiento de jugadores como Montero y Aketxe. El central volvió a mostrar carencias de concentración. Fallos en marcas, en coberturas y patadas a destiempo, como la que provocó la lesión del visitante Yacine. Mientras que el mediapunta sigue sin ser el generador de juego que requiere el equipo y, además, cundo retrasó su posición, regaló el balón que desembocó en el 1-3.
Tampoco estuvo fino el árbitro, que una vez más evidenció que algo falla en el VAR de Riazor. Un penalti claro que se fue al limbo, ya que las manos, con el cambio de criterios, solo entienden de posiciones naturales, no de rebotes.