Vio la primera roja directa en sus diez temporadas de carrera por una crítica educada al nefasto arbitraje de Figueroa Vázquez, quien ya le había expulsado por doble amarilla en el 2012
17 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Metido en faena, el Deportivo estira hasta sin querer sus campañas de promoción. Pasó de las dos entradas por cinco euros para recibir al Cádiz y al Las Palmas, a otro dos por uno para que en solo hora y media los aficionados pudieran disfrutar de un partido de fútbol y un espectáculo de humor. Y como suele ocurrir con el absurdo, parte del público no lo entendió. «Hoy no has estado bien, no te puedo felicitar; muy mal, hoy muy mal». Roja directa por protestar. Vicente Gómez y Figueroa Vázquez. Faemino y Cansado sobre césped, dándole un giro a un espectáculo estrenado en el 2012, cuando el centrocampista tenía 24 años y el colegiado dirigía su tercer encuentro en Segunda División.
Se había estrenado en la categoría un mes antes, dejando al Guadalajara con diez, y en inferioridad acabó también el Las Palmas su encuentro ante el Barcelona B. Vicente vio una cartulina en el minuto 53, por un agarrón, y otra en el 89, por derribar a un rival. Fue la tercera de las cuatro expulsiones que el canario había sufrido hasta el pasado viernes; todas, por doble amonestación. Desde junio del 2013, cuando se ganó la segunda amarilla por impedir sacar al meta del Numancia, el mediocentro solo se había ido al vestuario con el partido en marcha por decisión de su entrenador.
Frente al Girona, no rompió la racha, porque el surrealista intercambio de palabras por tarjetas se produjo cuando el duelo había concluido ya. Nada invitaba en realidad a acercarse a Figueroa Vázquez, perturbado desde el arranque del encuentro, superado quizá por ese momento en que Riazor se convirtió en una discoteca y el campo se pobló de banderas del conjunto local.
Álex Bergantiños, con mucha mili en la categoría, se declaraba «un poco sorprendido, porque su actitud no suele ser esa en los partidos. Ha estado más nervioso de lo que suele ser él». La amarilla a Aketxe por una falta ordinaria tras haber sido objeto de dos; la endosada a Mollejo tras tomarle descaradamente la matrícula; la perdonada a Stuani —la más clamorosa de todas—, cuando el pedigrí del uruguayo se impuso a su reglamentaria expulsión. «La labor arbitral en la vara de medir ciertas acciones, faltas, tarjetas, no ha estado todo lo justo que debiera», resumía el capitán.
Un estado de excitación poco profesional que desaconsejaba cualquier acercamiento. Ni siquiera el más cortés. «Ha pagado la frustración de todos. El árbitro estaba muy nervioso, ha querido escenificar que no podíamos protestarle y lo ha pagado el más buenazo de todos en ese aspecto. Le ha tocado a él porque lo ha pillado por delante», reflexionaba Bergantiños acerca del golpe de gracia a la actuación del colegiado andaluz.
El desenlace privará al Dépor de un importante recurso ante la baja de Somma y la presumible reubicación de Nolaskoain. Con Uche falto de ritmo a ojos del míster, crecía el espacio en el que Vicente pudiera recuperar la versión con la que cerró el 2019. Sosteniendo la medular con un sorprendente despliegue físico, favorecido por el ajuste de rutinas. Más trabajo, mejor alimentación. Cambios que no afectaron a la costumbre de felicitar al árbitro tras cada duelo. También a Figueroa Vázquez, con quien la relación era cordial. Hasta que juntos montaron un gag.