La historia del Dépor pasa por Riazor

TORRE DE MARATHÓN

Claudio Beauvue, Álex Bergantiños, Vicente Gómez y Sabin Merino
Claudio Beauvue, Álex Bergantiños, Vicente Gómez y Sabin Merino CESAR QUIAN

El equipo coruñés se juega seguir en el fútbol profesional contra el Fuenlabrada en ausencia de Bergantiños, baja como en la final de Mallorca del pasado curso

20 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo o nada para el Dépor, que en noventa minutos conocerá si esta nefasta temporada lo apartará del fútbol profesional, o si finalmente se mantendrá en una Segunda División a la que se ha agarrado con uñas y dientes durante esta segunda vuelta. El equipo coruñés debe derrotar al Fuenlabrada y esperar el tropiezo del Lugo o el Albacete, pero las tres últimas derrotas consecutivas, el regreso a posiciones de descenso y, especialmente, el inexplicable derrumbe de sensaciones que ha experimentado en la recta final de este esprint liguero siembran de desasosiego el entorno blanquiazul. Por si fuera poco, la ausencia de última hora por lesión de Álex Bergantiños, como en el partido decisivo del pasado curso contra el Mallorca, ha aumentado la inquietud sobre el rendimiento en el instante decisivo de una plantilla que ya ha manchado la historia de este club muchas veces a lo largo de la temporada.

El choque de esta noche en Riazor enraíza con aquel de final feliz en que Vicente Celeiro marcó en el último suspiro en 1988 para rescatar al Deportivo de un descenso seguro a la categoría de bronce, pero también otros que acabaron bañados en lágrimas, como la derrota frente al Levante que solo ocho años antes le había dejado sentenciado para la caída a Segunda B. En realidad, el sufrimiento que ha acompañado al club en la última década desde el varapalo de caer a la categoría de plata contra el Valencia, o el descenso posterior frente a la Real Sociedad (con Fernando Vázquez en el banquillo), así como el esperpéntico final de campaña del 2018 ya forma parte de la personalidad de este club, que hoy escribirá una nueva página de su historia en un Riazor no tan distinto a aquel que amó, lloró y triunfó en una noche como la de hoy. Estará vacío, sí, pero tan rendido a sus colores y con la esperanza a flor de piel como el primer día.

El Fuenlabrada, un recién ascendido con el tope salarial más bajo de Segunda, se ha currado depender de sí mismo en la lucha por el ascenso. Para acabar sexto clasificado le basta un empate, después de derrotar en las últimas jornadas al Cádiz en el Carranza, que en aquel momento se jugaba el ascenso directo que finalmente lograría igualmente por la derrota del Zaragoza, y al Elche, al que apartó de una promoción que este se creía en el bolsillo. En sus filas llega un viejo conocido de la afición blanquiazul, el delantero Oriol Riera, quien militó en el Dépor en Primera entre el 2014 y el 2016.

Señalado desde el primer partido de Liga por la fragilidad defensiva, el equipo coruñés llega al instante definitivo con la zaga hecha unos zorros. Con Somma y Bergantiños lesionados, así como Bóveda sancionado, Vázquez deberá elegir para componer una línea de tres centrales entre dos jugadores bajo sospecha (Ba y Montero), Mujaid (a quien le pitaron sendos penaltis contra el Rayo y el Tenerife que podrían haber cambiado la historia de esta liga exprés) y, muy probablemente, la reubicación de Peru. La alineación también guarda un hueco para los jugadores de más fútbol de la plantilla (Aketxe, Çolak y Gaku), mientras todo apunta a que Sabin Merino, que no marca desde Oviedo, ejercerá como referencia de ataque. En sus botas, pasar a la historia del Dépor.