Pese a que Fernando Vázquez tiró de habituales, varios meritorios asomaron la cabeza en el Deportivo
18 dic 2020 . Actualizado a las 12:34 h.No hay un solo portero que destaque por su ansia de comer césped. El hambre de un portero no se mide en metros recorridos, cantidad de desmarques por minuto, velocidad de repliegue o intensidad en la presión. Por mucha necesidad que tenga, el portero suplente gasta todas sus energías en parar. Y Lucho paró. Paró para abortar todos los intentos de suicidio del Deportivo y para demostrar que hay portero después de Abad.
En esta nueva forma de paripé que sucede a aquello del Fuenlabrada y tiene forma de Copa del Rey a nadie le iba más de lo que le iba al meta colombiano. En la clasificación estaba el jugar o no jugar. Y seguirá jugando porque se empeñó en ello. Dos veces en el primer tiempo, volando para negar los goles que no se le negaron al Celta B, y en varias ocasiones, menos vistosas, en esa segunda parte en la que sostuvo la victoria perfectamente sincronizado con el dúo arbitral. A donde no llegaron Carbajales Gómez y su juez de línea, llegó él. Y los de amarillo llegaron a un montón de conclusiones equivocadas para impedir a El Ejido marcar.
Mientras allá arriba su vecino venezolano hartaba de razones a quien solo le dio una titularidad, demostrando que la vulgaridad puede adoptar formas tan elegantes como un taconazo, los reflejos de Lucho abrían un debate que solo la rutinaria eficacia del portero titular puede abreviar. Abad se ha demostrado constantemente fiable y no hay tarde de gloria que pueda con esa virtud.
Al menos, el meritorio ha dejado a la grada con ganas de más. Como las que provoca Gandoy, incluso en días tan poco propicios como este en que el agarrón de un último hombre desmonta el rombo que sentaba tan bien. En ese vértice izquierdo del diamante que se aparta varios metros de la línea de cal, el canterano tiene más fácil la asociación. También Borges en la derecha, desatado para reclamar la pelota, moverla y llegar a rematar. Ambos, beneficiarios de la escoba de Bergantiños, a quien la categoría da para estirar su vida en la calle, dando largas al despacho desde cualquier posición. En la de base de la medular no gasta el empaque de Uche pero sí una intención de superar líneas que el nigeriano, indiscutible lujo en Segunda B, aún precisa desarrollar.
Las buenas noticias de este encuentro entre el estorbo y la reparación alcanzaron también al carril por el que circuló aquel a quien sus compañeros llaman Litri y los fanáticos de la Tierra Media identifican con Gimli hijo de Gloin. Futbolista compacto, con un mazo por zurda, que sale a gol de la victoria por titularidad. Semejante porcentaje, reforzado por la disposición al cuerpo a cuerpo, una aceptable punta de velocidad y una capacidad promedio para centrar (el promedio en este Dépor está de liquidación) no ayudan a entender su suplencia salvo fuerza mayor.
Tampoco le sentó mal a Lara la visita de tanta gente de su tierra. Aunque entre Sevilla y El Ejido medie lo que una Galicia de punta a punta, la cita despertó por fin algo del proverbial desparpajo andaluz en el niño promesa del Pizjuán. Metido a enganche, que es donde Fernando Vázquez anda intentando esconder estos días a todos cuantos desmientan que le faltan extremos, el chaval serpenteó, encaró, cayó a banda, provocó tarjetas, expulsiones, y regaló un gol. Entre el banquillo y la roja de Pasarón lo mismo ha sabido espabilar. El primer encuentro del 2021 ayudará a distinguir si la progresión es constante o un subidón puntual.
De por medio, un parón peligroso por la tendencia a engordar. ¿Qué Rui Costa volverá de las vacaciones en Portugal? ¿El que en octubre no tenía fuelle para diez minutos o el que a finales de diciembre ya tiraba desmarques, chutaba al palo y aguantaba (justito) hasta el 73? Hay otra ronda pagada para verlos crecer.