El director de Instalaciones del Deportivo explica las características y cuidados a que se someten los campos de Abegondo y Riazor, afectados también por el descenso
30 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Todo en el Deportivo es dónde. Su pasado está lleno de ellos. El que discurre a medio plazo es un amplio repertorio de dónde llegó a jugar. El más inmediato señala desde dónde partió y hacia dónde ha ido cayendo mientras pregonaba dónde merecía verse. Del futuro solo se habla para señalar a dónde volver con la urgencia de sobrevivir. Y luego está el del presente, el único dónde tangible: dónde entrenar, dónde defender los puntos como anfitrión. Es un dónde menor en las barras y en el papel, en el que pocos reparan salvo durante esas horas, días si acaso, en que puede servir de artillería de red social. Pero su trascendencia es enorme: la del trabajo diario, la de salir por la puerta grande o la enfermería. Si en la alta competición cada detalle es decisivo, más todavía en la mediana de esta Segunda B, sin rasero común que iguale el escenario. El del Dépor apenas ha variado desde Primera hasta hoy. Si acaso, lo propio de un 2020 que, como explica Iván Sánchez, director de Instalaciones del club, ha sido extraño hasta para la hierba que crece en Abegondo y Riazor.
cambio de temporada
Sembrar fuera de fecha
Con cada cambio de temporada, el césped sobre el que se entrena el conjunto blanquiazul se somete a una actualización. La última llegó a destiempo, por causas de fuerza mayor. «La clave del mantenimiento son los trabajos de verano. La fecha ideal para replantar es a finales de junio o principios de julio, después de San Juan, más o menos. Pero esta vez el equipo aún estaba compitiendo así que hubo que esperar a agosto, que no es lo mejor para sembrar. La planta sufre, la nascencia es mucho menor por el calor. Se nota especialmente en Abegondo, donde hay muchos campos y unos recursos limitados en cuanto al agua», resume Sánchez.
mantenimiento diario
Recolocar tras cada sesión
La rutina apenas varía. El Dépor suele entrenar a las 10.30, cinco días a la semana. Y esto viene a continuación: «Los jardineros recolocan el césped con unos rastrillos. Es lo que se conoce como taquear; tratar de cerrar las heridas de la planta. Normalmente, luego se recoge la viruta, los restos de hierba que no se pueden reponer. En Abegondo, tras eso se le pasa la máquina para alisar; en Riazor, el proceso es más largo: se aspira con cortacésped, pero sin cortar, solo aspirando la planta muerta, y luego se vuelve a cortar el campo. Aspirar lleva unas cuatro horas y hacerlo en la ciudad deportiva sería inviable». Como explica el director de Instalaciones, «para trabajar en los campos 2 y 3 de entrenamiento solo hay unas pocas horas de la mañana y el tiempo de luz de por la tarde».
tareas especiales
El pinchado y los focos
Aparte de la rutina diaria, el césped demanda algún cuidado adicional. «El pinchado se hace con una máquina y es algo más agresivo de lo que se hace normalmente. Se busca profundizar para crear caminos y que el agua filtre y se añade arena para que no se acumule. A continuación de eso se echa semilla y más arena y se tapa con mantas especiales», detalla Iván Sánchez. También da a conocer la función de la aparatosa maquinaria con focos que suele verse en un costado de la ciudad deportiva y en Riazor: «En la banda del campo uno que está siempre a la sombra usamos una lámpara pequeña, que imita las condiciones necesarias. En Riazor hay dos grandes. Esto da muchas más horas de luz y algo más de calor a la planta. Puedes pasar de seis grados a nueve o diez y eso es muy importante».
materia prima
El engañoso verde gallego
La percepción engaña ligeramente. El verde del que presume Galicia no es el verde oficial. «Este es uno de los mejores sitios para el cultivo de césped deportivo porque es una situación parecida a la inglesa, pero para competición se nos exigen variedades no autóctonas, como la ryegrass, que son mucho más delicadas que las que se pueden ver por aquí —aclara Sánchez—. El verano trae muchas enfermedades para estas variedades y hay que tener mucho cuidado en el mantenimiento, sobre todo en el aporte de nitrógenos con el abono». Y es que, el tipo que más abunda, el que crece de forma natural «hace que los campos sean más blandos y que se levanten».
situación actual
Aceptable para recibir al Alavés
En siete días hay cita copera. ¿Sobre qué césped jugará el Alavés? «En Riazor se ha hecho un pinchado y un aporte de arena para intentar salvar el invierno. Recordemos que hubo cuatro partidos en ocho días. Aunque se ve bonito, tiene problemas como cualquiera, pero hemos llegado bien hasta aquí porque hubo cierto margen y un esfuerzo por parte del club y del entrenador».
«Lo que se nos pedía en Primera y Segunda es lo mínimo que debemos mantener»
La Liga establece unos requisitos muy detallados para los campos donde se desarrolla la competición en las dos categorías más altas del fútbol español. El descenso podría haber supuesto un alivio en este control, pero el Deportivo decidió que no fuera así.
condiciones para jugar
Sin normativa en Segunda B
«El club entiende que lo que se pedía en Primera y Segunda es el mínimo que debemos mantener», comparte Iván Sánchez, antes de abundar acerca de las diferencias. «Hasta ahora se medía todo: por rodadura de balón, altura de corte, variedad de planta, riegos... En el fútbol no profesional solo tienes que controlar las medidas del campo y que se pueda jugar en él. Durante las pasadas temporadas se nos exigía un informe previo a cada partido que se verificaba antes del encuentro. Una altura que se mide, el número de riegos, la previsión meteorológica, los últimos entrenamientos que hubo...». Control al detalle, adaptable a la región del país: «El césped debía tener entre 20 y 30 milímetros de altura, aunque nadie juega por encima de 26 o 27. Aunque para la variedad de césped bermuda, en zonas de mucho calor, se permitía hasta 14 milímetros».
equipo de trabajo
Reducido por la crisis
Sánchez lleva algo más de diez años trabajando en el Deportivo, y cerca de seis como responsable de Instalaciones. En su equipo hay cuatro jardineros, aunque llegaron a ser siete antes de la crisis. Alguno ya estaba en el club desde antes que se abriera la ciudad deportiva. Además, reciben alumnos de prácticas de la escuela agraria de Guísamo. «Cuando hay alguien que realmente destaca intentas que se quede», apunta. De pulir la hierba de Riazor se encargan un ingeniero y dos jardineros de la empresa Royalverd.
«Lo habitual es que nos feliciten, no lo de El Ejido»
La labor de los encargados del mantenimiento de las áreas de entrenamiento de la ciudad deportiva de Abegondo se ha visto lastrada por lo anómalo del final del curso pasado y el comienzo del actual. «Normalmente hacen falta ocho semanas resembrando después de San Juan. Básicamente, las consecuencias de cualquier retraso se arrastran luego para todo el invierno. Este año como además ha venido un invierno un poco extraño, los campos lo están sufriendo», reflexiona el responsable último de esta labor.
Hace unas semanas, integrantes del equipo de El Ejido denunciaron en redes sociales la mala calidad del césped sobre el que les tocó entrenar. «Todos los campos tienen mucho uso, muchísimas horas de uso, más de las que se recomienda. A veces los porteros están... No voy a decir en barro, pero sí en tierra mojada. A ellos les coincidió una semana mala. Ese campo en concreto tenía una zona central un poco machacada y otros tenían otras zonas peor —justifica Iván Sánchez—. Al final regularizamos el uso todo lo que podemos. En el campo 1 están jugando tres equipos y no se puede usar para entrenar. Aquel día, el femenino estaba en el campo de al lado y tampoco era una maravilla. Fue una mala época para todos los campos. Estamos aguantando todo lo bien que podemos para que en verano podamos volver a los plazos habituales y dar el servicio que pretendemos».
Las quejas son, por fortuna, la excepción. «Lo habitual es que quienes utilizan la ciudad deportiva nos feliciten, sobre todo cuando vienen en primavera, no lo que sucedió con El Ejido», afirma el director de Instalaciones.
El objetivo está marcado: «Antes, la mitad de los campos carecían de mantenimiento regular. Ahora pretendemos que todos los equipos que tiene el club tengan la oportunidad de entrenar sobre hierba natural». Porque el dónde nunca ha dejado de importar.