El jugador de mayor caché del Dépor sigue sin renovar y se queda sin competencia justo tras su primer partido en el banquillo
10 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.«Pide a otro, que a este se le va a subir a la cabeza». La edad del pavo del futbolista profesional suele concentrarse en ese complicado tránsito entre la adolescencia y el primer equipo. Sin un cráneo privilegiado, cualquier detalle hace que el chaval despegue los pies del suelo. Bien podría ser el detonante una entrevista tras varios entrenamientos a las órdenes de Clarence Seedorf. El holandés abandonó A Coruña con su currículo inflado por la consumación de un descenso, un buen número de estrafalarias sesiones de trabajo y el debut de Mujaid Sadick en Primera, con 18 años recién cumplidos.
Mujaid celebrará los 21 pisando el césped de Barreiro para medirse al Celta B, dos divisiones por debajo de la que estrenó hace tres temporadas. No ha habido un jugador mejor parado en ese despeñarse del Deportivo. Sin abandonar el club, su estatus ha ido creciendo mientras se depreciaba el del equipo. «Es el mejor central de España en esta categoría», pregonaba hace cinco días Luisito, en una nueva sesión del intercambio de halagos paterno-filiales entre el entrenador (ahora en el Pontevedra) y el jugador al que iba a enfrentarse el conjunto granate.
Al final midieron fuerzas por los pelos, porque el central saltó al campo cuando el duelo ya discurría por su segunda parte y después de que la mala fortuna volviera a cebarse en Derik Osede. Al zaguero procedente del Numancia volvió a aguársele una titularidad, como ocurrió en la primera vuelta ante Unionistas. Pasado el minuto cincuenta se rompió el tendón de Aquiles —ayer recibió el alta tras una satisfactoria intervención quirúrgica que no le librará de ser baja el resto del curso—; abandonó el césped cojeando y retornó poco después, agarrado a unas muletas, para prestarle a sus compañeros el único servicio posible: animar desde la banda.
Su sustituto saltó al campo con el gesto torcido y la primera intervención que captó la cámara fue un regate al saludo de Héctor. Detalle menor de quien ya no está acostumbrado a calentar banquillo. Mujaid solo se había perdido un encuentro hasta la fecha, tras recibir dos amarillas durante la visita del Compos. Era el segundo jugador más empleado, solo superado por Celso Borges.
Sin embargo, las características del adversario provocaron el giro en el once de Rubén de la Barrera. El técnico apostó por Derik para responder al riesgo que entrañan los envíos laterales del Pontevedra hacia las frentes de Charles y Rufo. El zaguero riojano, quien a lo largo de la semana ensayó en la plaza de carrilero que ya había ocupado con Luis César, sigue teniendo su debe en el juego aéreo, una suerte en la que no han logrado todavía especializarlo las lecciones de varios técnicos, Luisito incluido. El entrenador a quien se atribuye los primeros retoques en la actitud del defensa blanquiazul —«Para mí es como un padre. Me ha ayudado y me ha sabido llevar», reconoció el jugador—, llegó a organizar sesiones particulares de golpeo de cabeza.
Paso al frente con Vázquez
El paso al frente definitivo del futbolista llegó con la apuesta de Fernando Vázquez por tres centrales, que favorecía las arrancadas en conducción de Mujaid y el aprovechamiento de su velocidad, al abrigo de un corrector cercano. Así, apadrinado además por el clan vasco, disparó su rendimiento y su caché, hasta convertirlo en un problema. Su contrato vence en junio del 2022 y ha dado largas para renovarlo. También a las preguntas al respecto. «Estoy aquí, que es lo que importa», respondió, adaptando a Rosendo, en el último interrogatorio. La oportunidad llegó por su comparecencia en condición de jugador del mes de enero, porque entrevistarlo vuelve a ser un imposible. Esta vez, por voluntad propia, estrenando ya el pasado verano un voto de silencio al que se han ido acogiendo varios miembros del plantel hasta convertir a los novatos Rayco y Villares en portavoces asiduos ante los medios.
El vínculo del canario concluye en cuatro meses y también figura entre los quehaceres de la dirección deportiva, aún en el limbo. Pinta más sencillo que abordar el caso Mujaid, ya sin un Derik que ayude a rebajar su condición de intocable.