El entrenador del Zamora, próximo rival del Deportivo, lo dejó todo por una profesión que ejerce de un modo peculiar
24 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Desde el centro de Leioa a la ciudad deportiva de Sarriena hay media hora de paseo en cuesta; o cinco minutos escasos de viaje en automóvil. Para quien pueda permitírselo. «Recuerdo finales de mes de no tener gasolina en el coche y subir andando». La memoria de David Movilla alcanza aquel inicio de carrera a tiro de puente sobre la ría, según se sale de Baracaldo, donde nació hace 41 años. Ignoró la presión familiar, rechazó una oferta de trabajo estable, y se alistó en un club de la quinta categoría para servir de hombre orquesta. Cuando no estaba puliendo al primer equipo, recorría tiendas en busca de publicidad u organizaba las cantinas del mundialito de inmigrantes. Fue también él quien decidió instalar máquinas de comestibles a la entrada del campo. Todo para sacar fondos con los que potenciar la plantilla y pagarse su propio sueldo. Lo justo para una habitación en piso compartido y llegar sobre ruedas a los entrenamientos mientras durase el combustible. Los detalles de aquella época figuran en una fenomenal entrevista colgada en la web del propio Leioa y concedida durante su octava temporada en el conjunto vizcaíno, al que llevó de Regional a Segunda B.
El texto registra también la ambición del míster: «No ahorro nada, porque no… Pero yo el único objetivo que he tenido a nivel económico es que me dé la suficiente independencia para seguir formándome». Recursos para asistir a cuanto encuentro de entrenadores se celebraba.
Así progresó el próximo inquilino del banquillo visitante en Riazor. Como oyente en diversos congresos, devorando publicaciones especializadas, y con Sarriena como base para las prácticas. Tras nueve campañas, se despidió entre lágrimas, y cruzó la ría de vuelta para ejercer en casa. En el Barakaldo rozó el ascenso a Segunda y padeció una polémica destitución (juicio ganado, incluido) tras la que tardó año y medio en encontrar nuevo destino.
Consumió la espera ampliando conocimientos hasta que lo llamaron desde el Ruta de la Plata. El director deportivo del Zamora, César Villafañe, buscaba técnico, y no le tomó mucho tiempo decidir entre los candidatos: «En cuanto acabé la reunión con Movilla le dije a los directivos que era el que quería. Lo vemos todo muy parecido, también en el aspecto extradeportivo, porque nosotros hacemos mucho hincapié en el grupo, en el día a día».
Y ahí radica una de las especialidades del técnico vasco. «Se preocupa de que estemos unidos. De que haya relaciones de calidad, para que sea más fácil hacer un esfuerzo extra por el compañero. Todos tenemos en la vida gente por la que daríamos todo y si juegas al fútbol con amigos te va a costar menos darlo», razona Carlos Ramos, traductor sobre el césped de las ideas del míster.
Técnicas para hacer grupo
El centrocampista regresó hace casi tres cursos al conjunto en el que se formó hasta que lo reclutó el Atlético. Llegó tras una mala experiencia en Pasarón. «En Pontevedra perdí la ilusión por el fútbol. Volví a casa y la recuperé», detalla. Reanimación de la que hace responsable al técnico rojiblanco. «Sabe cómo ayudar al futbolista, cómo potenciarnos. Al final estamos casi todo el día en el campo, aunque el entrenamiento dure menos de dos horas. Hay todo tipo de actividades para consolidar el grupo. De este año recuerdo una en la que fuimos pasando uno por uno a contarle nuestra vida al resto, a hablar de lo que nos había marcado fuera del fútbol: enfermedades importante, fallecimientos de gente cercana... La idea es que el resto entienda por qué eres quien eres y se fortalezca el vínculo».
Coaching, lo llama Movilla. Y los resultados dicen que funciona. Aunque Ramos previene: «Es un error pensar que su valor está solo ahí. Se trata de un entrenador espectacular. Un apasionado de esto que lee los partidos increíblemente. Te da todo masticado y sabe intervenir. Es un magnífico comunicador. El equipo hace a ciegas lo que él piensa». De momento, alcanzar la fase de ascenso, recién llegado de Tercera.