Césped artificial entre ceja y ceja del Dépor

TORRE DE MARATHÓN

Jugadores del Deportivo, durante el entrenamiento del jueves en Riazor
Jugadores del Deportivo, durante el entrenamiento del jueves en Riazor ANGEL MANSO

Rubén de la Barrera centra en la superficie de juego las reflexiones de la previa del partido en Langreo, aunque reduce su importancia a una cuestión mental

10 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la primera pregunta de la rueda de prensa de Rubén de la Barrera quedó marcado el camino de toda la intervención. El periodista quiso saber si el técnico espera del Langreo un planteamiento similar al del Marino. En la tercera frase de la respuesta, el míster ya apuntó que «vamos a un campo diferente, pero va a ser un partido de fútbol, once contra once». La cuarta cuestión tampoco hacía referencia al Nuevo Ganzábal, sino a la alteración de objetivos tras concluir la primera fase. «Estamos decididos a ofrecer lo mejor para ganar cada partidos y más en concreto el del domingo porque tenemos ese cambio de superficie donde la diferencia es claramente mental, porque llegas a ese tipo de campos y lo afrontas desde algo que parece que no es fútbol y sí lo es. Hay que ir allí, hacerse rápidamente a todo aquello, y competir». Frente a las dudas acerca de si se buscan nuevas fórmulas para sacar partido de una vez al balón parado, más alusiones a la plaza: «Para nada vamos a jugar en una caja de cerillas. En un campo artificial parece que todo es mucho más de lo que en realidad es».

Si al entrenador del Dépor no le preocupa el escenario, al menos le ocupa, tirando del juego de palabras tan de moda en salas de prensa cuando se pretende rebajar la importancia de algún factor. De la Barrera conoce Langreo, como recordó aludiendo a su visita con el Valladolid B (1-1 y Pablo Álvarez en el rival) y tiene experiencia sobrada en hierba sintética: en el Villaralbo y el Guijuelo, además del filial pucelano, según se apuró a citar. Bagaje que expuso a la plantilla coruñesa para consensuar cuál sería el campo de entrenamientos semanal. Hubo acuerdo en repartir sesiones entre Abegondo y Riazor, ahorrando pruebas como las de la primera fase en la cancha del San Tirso. Innecesarias en vista de que el condicionante es menor y queda casi reducido al ánimo del futbolista: «Es en cuanto a la predisposición mental. La diferencia cuando los equipos llamados importantes van a este tipo de lugares está en cómo te predispones: si te apetece o no competir, si te apetece o no dejarte lo que te tienes que dejar para ganar».

No se descarta, eso sí, un efecto en «situaciones relacionadas al espacio, pero sobre todo al tiempo, por las trayectorias y esos famosos botes... Los tiempos que vayamos a disponer seguramente se verán reducidos y eso nos obliga a emplear gente capacitada para ir resolviendo previamente a recibir la pelota. Si el tiempo del que se dispone es menor, el impacto es mental y para ello hay que estar preparado. Hay que anticipar», recomendó el técnico. El Langreo solo ha perdido un partido en casa, no es mal bagaje para un problema que habita en la cabeza del rival.