Miku desempolva sus galones

TORRE DE MARATHÓN

Miku trata de controlar el balón durante el partido ante el Numancia
Miku trata de controlar el balón durante el partido ante el Numancia César Quian

El venezolano, diferencial en varios de los equipos por los que pasó, recupera el nivel que le convirtió en ídolo del Bangalore indio, donde ganó dos títulos

21 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El primer escarceo entre Miku y el Deportivo se dio en verano del 2016. No cuajó. «El año en que llegó Joselu el 31 de agosto, por la tarde habían estado negociando para que yo viniera, pero el Rayo pidió ocho millones de euros y el Dépor no pudo asumir ese traspaso, obviamente», detalla el propio delantero antes de referirse al destino por el que cambió Riazor: «Después fui a donde fui porque esta carrera es muy corta y a veces pasan trenes muy importantes a nivel económico y hay que cogerlos». Ese tren al que alude le llevó a la India durante dos años que desde el Bangalore trataron de estirar. Pero en el siguiente pulso por su fichaje pudo más el conjunto blanquiazul. «Hablé con él porque lo queríamos tener con nosotros otra vez. Aunque entendí que se quisiera ir al Dépor; el proyecto era interesante y le daba la ocasión de pelear por volver a competir en Segunda en un año», explica Carles Cuadrat.

El técnico catalán obtuvo un importante beneficio de la penúltima ocasión en que Miku tiró de galones durante sus quince años como futbolista profesional. El venezolano ya había sido futbolista de referencia en algunos de sus equipos en España. Por dos ocasiones en Salamanca y otra más en Getafe, aunque solo en su primera campaña en el Helmántico tuvo el mismo impacto que en club de Bangalore. «Es el típico jugador que deja huella. Después de irse, los aficionados aún gritaban su nombre cuando jugábamos en casa», apunta Cuadrat. Era segundo entrenador cuando el equipo ganó la copa y jugó la final liguera en el 2018 y ya estaba al cargo cuando se proclamó campeón indio un año después. El delantero caraqueño resultó clave.

«El reglamento permite contratar a cinco extranjeros y son los que marcan la diferencia. Casi todos los equipos refuerzan la posición de central, pivote defensivo, centrocampista creativo y punta», detalla el técnico, que abandonó el club en enero de este año. Pagó en resultados la ausencia del referente anotador: «Lo perdimos por un motivo económico, porque se quiso ajustar presupuesto tras haber sido campeones, y ya no conseguimos revalidar título. Echamos en falta ese tipo de jugador». No fue el único en extrañarlo. «Es un delantero muy bueno en el juego colectivo, atrae atención y era capaz de habilitar a los extremos indios que teníamos. Desde que no está Miku, ellos bajaron su rendimiento de goles y asistencias porque era quien les permitía sacar partido de sus virtudes», analiza Cuadrat.

El elogio al ariete no cesa: «Tiene mucha experiencia a nivel élite y sus condiciones técnicas y tácticas con excelentes. Esa experiencia ayuda a tomar mejores decisiones. En la India fue un espectáculo. Conseguía goles de la nada. Generaba situaciones en acciones individuales». De ahí la condición de ídolo en «una liga muy bonita en la que juegas partidos delante de cincuenta o sesenta mil personas, con aficiones muy entregadas, creo que por eso vamos tantos españoles a entrenar y jugar allí».

Competencia a balón parado

La ascendencia del atacante no le dio sin embargo para ser la primera opción del Bangalore en los lanzamientos del penalti. Apenas dispuso de dos oportunidades (anotó ambos). Inconvenientes de compartir vestuario con Sunil Chhetri, el segundo máximo anotador en activo en el fútbol de selecciones, solo por detrás de Cristiano Ronaldo. A cambio «hizo algún gol espectacular de falta», suerte en la que aún no se ha probado en el Deportivo, donde nadie ha discutido su jerarquía desde los once metros. Una muestra del peso de Miku, pichichi blanquiazul.

Ya lo fue del Salamanca, convertido en clave del ascenso a Segunda con solo 20 años, y de nuevo en su segunda etapa en el conjunto charro, tres cursos más tarde. También con el Getafe en Primera, firmando doce dianas en la 2011-2012. Ahora apenas acumula cinco, reflejo de cuánto le cuesta hacer gol a la escuadra blanquiazul y de la falta de continuidad del portador del 7.

«Entiendo perfectamente lo que le ha pasado y que haya tardado tanto en destacar —asegura Cuadrat—. Él es un jugador que se cuida y podrá pasar más tiempo a muy bien nivel, sin ninguna dificultad. El problema es que en sus últimas etapas ha tenido pequeños percances que han frenado su puesta a punto competitiva. Necesitas esos tres o cuatro partidos que te permitan alcanzar tu rendimiento físico óptimo, y en cuanto los ha tenido, ha respondido. Tiene 35 años, pero no veo una cuestión de edad, seguro que aún tiene mucho que ofrecer». De momento, ha desempolvado los galones y vuelve a mandar.

Trece penaltis marcados, tres fallados

La relación de Miku con el punto de penalti empezó con un error. El punta militaba en el Alcoyano cuando el seleccionador sub-20 de Venezuela lo reclamó para disputar el Campeonato Sudamericano de la categoría, en enero del 2005. En el primer duelo del torneo, la vinotinto se midió a Argentina y mientras Messi calentaba banquillo, la albiceleste se adelantaba gracias a un autogol. Poco después llegó la opción del empate gracias a un penalti cometido por Garay. Miku reclamó el balón y lo estrelló en el larguero. Venezuela acabó cayendo 0-3.

El siguiente fallo del ariete desde los once metros también lo padeció su combinado nacional. Esta vez, ya con el conjunto sénior y disputando una plaza para la repesca del Mundial de Sudáfrica. El chut del futbolista que entonces militaba en el Valencia se topó con Justo Villar. Fue el último intento registrado al servicio de la selección, pero hay otro penalti marrado en el currículo del jugador del Deportivo. A segundos de que concluyera el descuento de una cita copera entre el Rayo y el Nástic, Lass caía en el área y Trashorras permitía a Miku asumir la responsabilidad de romper el empate. Dimitrievski, que ficharía por los vallecanos unos meses después, despejó el balón. Aunque el propio Miku anotó el lanzamiento que le tocó en la tanda que resolvió el duelo, fueron los catalanes los que superaron la tercera ronda de la competición.

Son los tres lunares que deslucen la estadística del venezolano en una suerte a la que ha sacado rendimiento en A Coruña. Con el Dépor ha marcado tres de los trece penaltis que engrosan su cuenta goleadora. Antes había transformado cuatro con el Salamanca, dos con el Getafe, uno con el Rayo y otro par en las filas del Bangalore indio. El que falta se lo endosó a Nueva Zelanda en un amistoso con Venezuela. Así llegó, hace 14 años, su primer tanto con la selección.