El equipo coruñés festejó una goleada que le dio la clasificación matemática y respiró aliviado tras una temporada en la que solo halló su mejor juego al final

Pedro Barreiros
Redactor

El Deportivo cerró su continuidad matemática en Primera Federación con una plácida goleada (5-0). Casi a modo de disculpa tras una temporada de pesadilla, en el partido que Riazor volvió a abrir todas sus gradas para dar cabida a cinco mil aficionados, el equipo coruñés despachó la victoria más feliz por juego, acierto y significado, después de que a esta plantilla no le llegase para luchar por el ascenso. Cinco goles se llevó un Langreo que tras el descanso nunca supo contener el huracán blanquiazul, auspiciado por una hinchada que no dejó de aplaudir a su equipo. La jornada final del próximo domingo en Soria contra el Numancia se queda sin contenido para los blanquiazules, ya clasificados para seguir el curso que viene a un paso del salto a Segunda División.

 

El Deportivo jugó seguro y feliz, amparado por una hinchada que no dejó de animarlo y aplaudirle desde el primer minuto hasta el pitido final. No se fijó en la soledad de Miku, sino que aplaudió su insistencia; tampoco le importaron los metros a la espalda de Héctor Hernández, antes prefirió animarle en su efusividad atacante. Uno y otro participaron en el 1-0, resuelto por el venezolano de espectacular espuela tras otra jugada de extremo del lateral, que nunca dejó de subir por su banda.

Hasta ese momento, el Dépor, poblado de mediapuntas, había preferido el papel contragolpeador frente a un Langreo cómodo con la pelota, pero incapaz de generarle un solo desasosiego. Lara, Raí y Rayco dieron vértigo al juego blanquiazul y hasta un punto más de veneno. Así, antes del primer gol de Miku, brasileño y exfabrilista habían disfrutado de sendas ocasiones frente a un equipo visitante en el que solo David había probado los guantes de un seguro Lucho García.

 

a diana sirvió para que el Deportivo soltase amarras definitivamente de sus temores de esta temporada y se concentrase únicamente en dar felicidad a su hinchada con alguna jugada repleta de detalles técnicos y un afán (a veces temerario) por sacar el balón jugado desde la defensa. Pero nada salió mal. Era imposible en este ambiente de fiesta y comunión. El propio Miku pudo anotar el segundo poco antes de que volver a los vestuarios. Decisivo para su equipo y un dolor de muelas para el contrario, el delantero se revolvió en el área y chutó a la media vuelta, pero Dennis despejó felino a córner.

Granero amplió la ventaja nada más regresar al campo. El central se elevó sobre toda la defensa del Langreo en una falta botada por Héctor. Segundo pase de gol del pucelano y primera diana de la temporada del central, que corrió a celebrarlo con el preparador físico Julio Hernando. El Deportivo recuperó la pelota, abrió el campo con Lara y Raí y destrozó al equipo astur, que bajó los brazos definitivamente.

Rayco filtró un pase exquisito a Miku que el delantero, en el mano a mano con el meta visitante, convirtió en el segundo de la tarde. Fue su séptimo gol en las siete últimas jornadas. Si alguien ha reclamado protagonismo en las semanas decisivas, ese ha sido el goleador, que espabiló, aunque tarde, para la causa.

El delantero fue sustituido tras el 3-0, a la hora de juego, cuando De la Barrera estableció el inicio del carrusel de cambios, pero no el final de las hostilidades. El Langreo solo se asomó a la portería coruñesa en la recta final, cuando Allyson rozó el gol de la honrilla y en el Dépor ya disfrutaba de minutos de juego hasta Nacho González. Poco antes, Borges, que acababa de salir, mandó un misil a la escuadra de Dennis para establecer un 4-0 sin rodeos. Cuando la fiesta, digo el partido, ya encaraba el final, Adri Castro estiró la goleada hasta la manita final. Cinco goles, un feliz broche y el alivio final de una temporada que tenía que haber transcurrido de otra manera.