Antonio Outeiriño, jugador de golf: «El campo de Miño es como el ave fénix, resurge de sus cenizas»

TORRE DE MARATHÓN

El director de la escuela y responsable de la cancha de prácticas destaca el potencial de un campo que vuelve a ganar jugadores
04 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Descubrió el golf relativamente tarde, pero con el paso del tiempo Antonio Outeiriño (Ourense, 1994) lo situó en el centro de su vida, primero como una afición y luego como una vocación a nivel profesional. Desde hace 12 meses es el concesionario de la cancha de prácticas del campo de Miño, donde también dirige la academia, bajo la coordinación técnica de un instructor de primer nivel como Kiko Luna. La etapa que emprendió el club hace 15 meses, con mejoras en el recorrido y en diferentes áreas del complejo deportivo, cuenta con el respaldo de los socios y del Concello, el propietario de la parcela, que planea conceder la explotación al actual gestor, Jorge Vázquez, durante un amplio período de tiempo.
—¿Cómo empezó a jugar al golf?
—Voy a cumplir 27 años el próximo día 10, y empecé a jugar en Miño hace 11. Es mi campo natal, porque mi familia había comprado una casa aquí y todos jugaban al golf. Así que yo me acabé enganchando también, después de pasar muchas horas en la cancha de prácticas, y hasta hoy. Como suelo decir, cuanto más juegas a este deporte, más suerte tienes (ríe).
—Fue aprendiendo de forma casi autodidacta, pero también logró alguna victoria como amateur.
—Sí. Podemos decir que fui casi autodidacta en el golf, entrenando habitualmente solo, aunque también me enseñaron Sebastián de Miguel y Kiko Luna. Y pude ganar la clasificación scratch de un open internacional en Portugal, disputado entre los campos de Praia d’El Rey, Vidago y Óbidos, un interautonómico con la selección gallega en el 2019 y el subcampeonato del reciente nacional de pitch and putt, celebrado en Paderne. En breve espero hacerme jugador profesional, pero no porque mi prioridad sea competir.
—¿Qué le mueve para hacerse con la gestión del campo de prácticas y la academia de Miño?
—Es un proyecto que nace por el amor de mi familia por el golf y por este campo en concreto. Para mí, es como si viviera en él. Por eso me involucré, porque creía que podía ayudar a que las cosas se hiciesen mejor. Hablé con Jorge [Vázquez] y vamos de la mano en todo. En la primera semana de junio del año pasado alquilamos la gestión de la cancha de prácticas, y solo 15 días después montamos la academia, porque ya vimos el potencial que había. Dicen que nuestra cancha de prácticas es la mejor de Galicia. Y para la academia, como también queríamos lo mejor, recurrimos a Kiko Luna, porque tiene el máximo nivel posible. Él lleva la parte técnica desde Madrid y delega en un profesional, Mario Pérez, que se ocupa aquí de las clases, mientras que yo le ayudo en algunas tareas con los niños.
—¿Qué potencial le ve a este campo?
—El campo de Miño es como el ave fénix, porque resurge de sus cenizas y ahora vuela alto. Si ahora el Ayuntamiento de Miño establece una concesión más a largo plazo, habrá una inversión importante, por ejemplo en los tees. Salvo en ese último detalle, el campo tiene ahora un mantenimiento muy bueno. En la academia tenemos 30 niños y 70 alumnos fijos, además de otros 146 usuarios que son más de paso, porque vienen los fines de semana o en los veranos.
—¿Con qué rincón del campo se queda?
—Para mí la zona del 4 al 7 sería como el Amen Corner particular de este campo, el rincón más bonito, con el dog leg del 5 y el barranco del 6. Este campo te obliga a ir concentrado durante toda la vuelta, sabiendo a donde llevas la bola en cada momento. El 17 es otro hoyo muy difícil, porque parece que tiene una calle ancha, pero engaña. El recorrido es un desafío al mejor golf de cada jugador. Para mí, al margen de La Toja, por su enclave en una isla, y A Zapateira, este es el tercer mejor campo de Galicia y de los más bonitos de España.
«El profesional de un club no puede ser un esclavo»
En marzo del 2020, poco antes del confinamiento por la pandemia, el campo de Miño había alcanzado un deterioro importante. Outeiriño se ocupó desde entonces de cambiar radicalmente la cara del campo de prácticas. «Estaba muy abandonada. Pintamos, pusimos alfombras nuevas, fijamos un protocolo de seguridad, compramos bolas, aportamos una máquina de recogida que recupera hasta 2.300 bolas por viaje, arreglamos la expededora con un motor nuevo e instalamos un área de vending y cámaras de vigilancia contra sabotajes o robos. Además, vallamos toda la cancha alredeor para que no se pierdan el 90% de las bolas al cabo de un año. Y mi idea es incorporar un segundo profesional».
—¿Cuáles son sus siguientes objetivos?
—Quiero formar un equipo de profesionales más amplio y montar más academias con un nivel de excelencia. La siguiente escuela que llevaremos será la del campo de Lugo, donde entramos el 9 de julio por la confianza del presidente, Ignacio Somoza. Quiero que mis academias tengan un nivel de calidad insuperable en cuanto a instalaciones, y que el alumno se sienta cómodo. Tanto, como para saber qué ha aprendido cada día y tener ganas de ponerse en casa a repetir el swing. Estoy convencido de que hay que eliminar un concepto. El profesional de un campo no puede ser como un esclavo.
—¿A qué se refiere?
—Es un defecto común en gran parte de España. En Galicia, salvo en el caso de [José Antonio] Salgado en la Zapateira, que para mí es un ejemplo a seguir, los clubes no suelen tener en cuenta a los profesionales del campo más que para que se ocupen de las clases de forma casi independiente. Para mí, es la figura más importante de una cancha de prácticas y debe opinar e involucrarse en todo lo que tiene que ver con el club. Mi modelo ideal pasa por tener dos profesionales por academia, e irlos rotando para enriquecerse y apoyarse unos y otros. Y estamos abiertos a patrocinios, porque somos una buena imagen.