Álvaro Pérez Campo aspira a afianzarse en el lateral derecho del primer equipo, a donde le ha llevado una carrera iniciada con sus hermanos Raúl y Javi, que le admiran
10 jul 2023 . Actualizado a las 15:10 h.«Al principio todo el mundo se pensaba que era mi apellido, pero soy trillizo; tengo dos hermanos prácticamente iguales y lo compartimos todo. Que me llamen así significa mucho, es especial». Álvaro Pérez Campo aprovechó el momento de incluir su nombre en el muro de Abegondo para hacer un guiño a quienes han compartido su carrera desde la cuna. No hay ningún sentido figurado en la oración: el dorsal de la camiseta del lateral derecho embarca también en su aventura en el Dépor a Javi y a Raúl.
Javi fue el primero en nacer y quien marca más de cerca al mediano de los tres. Siguen viviendo juntos en un piso en A Coruña, donde el futbolista estudia Derecho y su compañero, Arquitectura. «A él le está costando, porque con los entrenamientos y las sesiones con el preparador físico casi no le queda tiempo», detalla el mayor, que nunca ha ejercido como tal: «El responsable en casa siempre ha sido Álvaro, mi madre le daba órdenes y él nos las transmitía a Raúl y a mí». Algo similar sucedía en el campo cuando el trío se alistó de golpe en el Racing de Ferrol.
En aquellas categorías de inicio, reducidas al fútbol 7, el Trilli que ahora milita en el Dépor empezó de central y cambió más tarde al centro del campo, desde donde se entendía bien con Javi, emplazado en punta. La sociedad, sin embargo, se rompía de vez en cuando, en duelos amistosos que tenían poco de fraternal: «Siempre fuimos muy competitivos los dos. A los seis o siete años nos picábamos un montón entre nosotros. Lo que pasa es que después ya quedó claro que él era mucho mejor y se perdió esa rivalidad». Duelos que seguía al margen el tercer hermano. Raúl siempre fue portero y aunque abandonó hace dos años, volvió a ponerse los guantes por unos meses para una sustitución en As Pontes. Allí, Trilli era él. Como lo fue Javi en el Racing mientras Álvaro lo era (y lo es) de blanquiazul.
El benjamín, por unos minutos, se irá pronto a Jerez para formarse como piloto de avión. Ya no podrá acudir como hasta ahora a Riazor, por donde Javi no suele pisar —«soy muy vago, paso bastante de ir al estadio», se disculpa—. Acudió, sin embargo, a presenciar el debut de Álvaro con el primer equipo, el 29 de agosto frente al Celta B. En la grada estaba casi toda la familia, como recuerda Raúl: «Desde que dos días antes supimos que seguramente mi hermano iba a ser titular, nos pusimos bastante nerviosos. Menos mi hermana Julia [de 15 años], porque a ella el fútbol le da completamente igual. Al empezar el partido, cuando salieron al campo y lo vimos a él, mis padres se echaron a llorar». Emoción que estuvo a punto de propagarse entre los vástagos —«casi se nos escapa alguna lágrima, pero aguantamos», asegura— y que tuvo colofón en el reencuentro tras el choque: «Fue increíble. Mis padres le dieron el abrazo más grande que vi en mi vida».
Después del subidón, el revés. «Dentro del honor de que te llame la selección fue un tropiezo volver lesionado. Ahora le toca ganarse otra vez el puesto», resume el menor de los trillizos, refiriéndose al percance con la sub-19 que forzó la baja de Álvaro y lo apartó de la titularidad.
«Fue un golpe duro —admite Javi—, pero es joven y tiene tiempo de sobra para demostrar. No debe tener prisa. Víctor García está muy bien y él todavía es juvenil. Pasó unos meses difíciles, pero le volverá a llegar su momento y este será su año, no hay duda». Lo vivirá desde el cuarto de al lado, compartiendo la rutina habitual: «Él es quien suele hacer la cena, para mí y para un amigo de Ferrol que vive con nosotros; si echan algún partido, lo vemos. Y si no, una peli y sobre las once y media, a dormir».
Raúl lo seguirá a distancia: «Desde pequeño dijo que sería futbolista, siempre tuvo algo más y va a llegar muy lejos. Es el orgullo de nuestra familia», presume. Álvaro comparte ese orgullo de clan. Lo lleva escrito en el dorsal.