La contribución de los suplentes en el frente de ataque blanquiazul se limita a dos goles, traducidos en un único punto, pese a la intensidad que elogia Óscar Cano
22 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.«Peke hace el gol que nos permite sumar contra la Cultural y le hacen el penalti que nos permite ganar contra el Mérida; Saverio sale y marca contra el Badajoz». El recuento es tan escueto como este fragmento de la última rueda de prensa de Óscar Cano. El resto, y no es un resto menor, pertenece al terreno de las sensaciones: «Cuando aparece Max [Svensson], cambia los encuentros; su impacto es terrible porque lo emocional tiene un papel determinante».
El entrenador del Deportivo sostiene que «hay razones para pensar que la segunda unidad está aportando bastante», agarrándose a que «la productividad no es solo el número de goles». Porque si únicamente se repasan las cifras puede concluirse que el banquillo blanquiazul apenas produce. Dos tantos en 32 jornadas; un volumen residual entre las 44 dianas que acumulan los coruñeses en lo que va de temporada. La traducción en puntos es aún más escasa: uno de los 58 responden a la contribución directa de un suplente, como resultado del empate rescatado por Yeremay frente a la Cultu, en el minuto 86. Saverio aportó el cuarto gol de un 5-0.
Al extremo canario habría que apuntarle esa pena máxima a la que se refirió el míster en su intervención y que sirvió para vencer la resistencia emeritense en Riazor; aunque el autor material del 1-0 acabase siendo Alberto Quiles. El ex del Fabril es un revulsivo frecuente; han recurrido a él hasta en 17 ocasiones en busca de agitar duelos. Cuatro menos que a Kuki Zalazar, quien no ha visto puerta todavía.
El bagaje constata también que el bajón de rendimiento a domicilio no distingue entre quienes salen de inicio y jugadores de refresco. Nadie ha visto puerta fuera de casa tras saltar al campo como reemplazo. Arturo estuvo muy cerca de lograrlo ante el Racing, pero quiso llegar a la red por el lado equivocado y su remate se perdió a la derecha de la portería que defendía Gazzaniga. Ocasión al limbo para reclamar más tiempo de juego.
Los minutos van caros para los aspirantes a desplazar a algún integrante del tridente habitual. Svensson formó parte de él hasta que llegó Lucas y desde entonces debe conformarse con servir de relevo o verse beneficiado por una alteración en el dibujo como la registrada en A Malata. Cano tiene explicación para las pocas (y breves) apariciones de los menos habituales: «Hay razones más que suficientes para pensar que los que entran arriba son capaces de alterar los partidos; o, al menos, de no empeorarlos. Pero hay una dificultad para esa gente que está jugando menos: entre tres de nuestros jugadores se acercan a treinta goles y eso complica que otros compañeros puedan contar con el tiempo que merecen. Aunque si hay algo que caracteriza a esta plantilla es que nadie salta al campo con apatía». Las ganas de esa segunda unidad no admite dudas. Tampoco las despejan las cifras.