Una victoria por la mínima del Dépor Abanca y un empate a cero del Fabril en el Mundo del Fútbol, marcado por el calor y las pausas de hidratación más que necesarias, fueron el comienzo de un fin de semana que acabó siendo el peor de lo que va de curso.
Soy un gran defensor de Idiakez; él y su forma de transmitir son las que el deportivismo necesita, pero siendo un tanto resultadista, tiene que dar con la tecla ya. Esta semana es la idónea para que Soriano calme los humos de la grada, para que dé la cara y tranquilice al gallinero, reforzando la posición del entrenador, ya que inevitablemente habrá críticas y comentarios acerca de su destitución. Y, lo que me parece más importante en este caso, refuerce la confianza de esos fichajes que se han hecho y están teniendo actuaciones desafortunadas.
Ayer tuve el privilegio de ver el partido desde Tribuna Superior, por todo lo alto, acompañado de deportivistas con criterio y corazón. Desde ahí se ve todo con más claridad; a tus amigos sentados en Pabellón Superior, pero también todo lo que echas de menos de un Deportivo triste, pobre, sin recursos ofensivos.
El filial del Celta vino a Riazor a seguir con lo que lleva haciendo tres temporadas; no especuló, no jugó en función del rival, simplemente vino a ganar. Imanol optó por sentar al timón ofensivo del equipo para probar con un esquema que resultó ser monótono e inocuo. Dos extremos a pierna natural. Uno, respaldado por Barcia, que no es lateral y nunca llegó a hacer un dos contra uno con Mella, y otro, un Cayarga que no mejora lo que hay en Abegondo, eran las armas del equipo para surtir de balones a los dos falsos nueves, que no se entendieron. Principalmente, porque ocupaban los mismos espacios y nunca buscaron la profundidad. Villares cohibido a la hora de apretar pero con ganas de hacerlo y la peor versión de Jose Ángel no fueron quiénes de dominar el centro del campo en la primera parte.
En la segunda, se jugó con corazón, Riazor empujó, pero no fue suficiente ni para que el Dépor empatase un partido que teníamos que haber ganado.
Me quedo con la reflexión del míster: dentro de todo lo malo, en el segundo tiempo pudimos ver un equipo más organizado a nivel defensivo que no concedió ninguna ocasión. Es decir, dentro de todo lo malo, solo perdimos por un gol. Por favor, los buenos en el campo, Imanol.