Ganaron todos los equipos gallegos en la Primera Federación. Venció el CD Arenteiro que se pega su segundo festín de goles en casa frente a un desdibujado Unionistas de Salamanca; y también lo hicieron el Lugo y el filial del Celta, con un Raúl Blanco, el príncipe de las bateas, que pinta a primer equipo inminentemente; y por fin el Deportivo ganó en Riazor, casi en noviembre, tarde, pero como dice el dicho, más vale tarde que nunca, y encima si es frente a un rival directo, mucho mejor.
Al Dépor volveré más tarde, porque por la mañana me tocó ir a Abegondo, esta vez como espectador y no como colaborador de la TVG, y qué diferente es vivirlo para contarlo a vivirlo para sentirlo. Los de Gilsanz suman su tercer partido consecutivo en casa sin encajar gol, que a mi parecer era la tarea pendiente del equipo, y con innumerables bajas en ataque fueron quien de doblegar a la revelación de lo que va de temporada. También se sumó al fin de semana redondo y a la misma hora que el filial deportivista el CD Marte, un club con encanto, presidido por el ya mítico, a pesar de su juventud, Óscar La Magia rodeado de familia y amigos, los cuales componen afición y plantilla. Me declaro fan de esta forma de vivir el fútbol.
Albóndigas con arroz, siesta, café y Riazor. Aquel punto conseguido en el Toralín fue el punto de inflexión, valga la redundancia, que necesitaba el equipo. La primera parte ante el Nàstic comenzó gris y acabó negra, la segunda empezó con luz, energía, frescura, decisión, empuje y determinación, faltaba el gol y se consiguió, cómo no, a balón parado. Lucas sirvió y Pablo Martínez, esta vez sí, acertó.
Me quedo con Idiakez y lo que intuimos —pero no sabemos— tuvo que hacer en el descanso para que los mismos jugadores apagados saliesen y contagiasen a un estadio que volvió a llevar a su equipo en volandas. Martín Ochoa, Hugo Rama y Villares casi todo lo hicieron bien; los demás aprobaron con creces el examen, con la excepción de Salva Sevilla, desubicado en el campo. Quizá depositamos muchas y muy grandes expectativas, cuidado con ellas, en un jugador que, a pesar de que la voluntad acompañe, puede que el ritmo de momento no le permita ser el jugador diferencial que todos esperamos que sea.
Rumbo a Langreo hoy, y sin descanso a Irún el sábado para decir el sí quiero a esta competición.