Directiva y jugadores mantienen la confianza en el técnico del Deportivo, que seguirá en el banquillo si el equipo reacciona en el estadio Johan Cruyff
28 nov 2023 . Actualizado a las 10:40 h.Mario Gibanel completó siete temporadas en la categoría de plata antes de retirarse en Segunda B. Han pasado diez años desde que el centrocampista colgó las botas en San Sebastián de los Reyes y para sembrar dudas sobre el «quien tuvo, retuvo» basta repasar la última sesión de trabajo del Dépor, destinada a la recuperación. En ella participaron varios fabrilistas, incluyendo a Jairo y a Kevin, titulares en la victoria dominical del filial y enrolados en las tareas más exigentes del primer equipo pocas horas después. Fueron parte del prólogo al meollo de un entrenamiento con más trascendencia de la que le asignaba la programación. Lo abrió una breve charla en corrillo sobre el césped de Abegondo y lo cerró David Mella corriendo la banda y poniendo centros para que rematara (con nula puntería) el exfutbolista Gibanel.
El extremo parece cerca de seguir los pasos de Yeremay, abandonando la poblada enfermería coruñesa, pero tampoco era él el llamado a destacar bajo la lluvia matinal. Porque mientras se ejercitaba sobre el campo 2, que habían abandonado ya sus compañeros, gesticulaban a escasos metros el director deportivo y el entrenador.
Fernando Soriano había asistido al último tramo de la sesión desde la atalaya que sirve para mejorar el tiro de cámara y también de resguardo frente a la tormenta. Desde allí había bajado después a encontrarse con el míster, para mantener una conversación que alcanzó el cuarto de hora, y que, a juzgar por el flanco señalado varias veces durante el diálogo, giró sobre lo sucedido en el costado izquierdo durante el duelo con el Osasuna B. El que tantas veces ha recorrido Mella; el que nadie supo llenar el domingo hasta que intervino Yeremay.
Al momento le da mayor trascendencia la delicada situación del conjunto blanquiazul. A tanta distancia de la zona que da acceso al play-off de ascenso (siete puntos) como de la que condena a descender. A nueve de un líder que sigue sin conocer la derrota, mientras el Dépor ha caído ya tres veces y ha cedido puntos frente a media docena de los equipos a los que precede en la clasificación. El bagaje incluye una escasa producción anotadora. Poco que ver con la del próximo rival.
El Barcelona B lleva 22 goles a favor, solo por detrás del Celta Fortuna en este registro, y ofrece una trayectoria casi intachable en el estadio Johan Cruyff. Allí ha vencido en cuatro choques y empatado otros dos. Condición de invicto que aspira a romper Idiakez para consolidar su posición. En el club, la confianza es manifiesta entre la directiva y el núcleo duro del plantel. Todos con el entrenador. Al menos, hasta la jornada 15. En ella debe llegar la reacción.
La imagen ofrecida frente al filial rojillo fue castigada con una pitada severa desde la grada de Riazor; más despoblaba que de costumbre como consecuencia extra del mal arranque de campaña. Si el rendimiento no mejora este fin de semana y crece la brecha con el líder, la tensión en casa crecería de cara a las visitas, en un margen de solo cuatro días, del Tenerife y el Sestao.
Pesa la necesidad de un proyecto estable tras los bandazos de los últimos cursos; también la fe de Soriano en el técnico actual y la consideración de los múltiples infortunios sufridos. Nada que no se haya visto antes en A Coruña. Hay consenso en torno al míster. El domingo, el balón dirá.