Samara Ortiz: «Pensaba dejarlo; al llamar el Dépor le di otra oportunidad al fútbol»
TORRE DE MARATHÓN
«Daba gusto ver jugar al de Manu Sánchez, era un equipazo», recuerda la jugadora del Deportivo Abanca, que este sábado se mide con el Espanyol
26 ene 2024 . Actualizado a las 19:35 h.Este sábado (12 horas, Youtube RC Deportivo), el Dépor Abanca se juega el liderato frente al Espanyol, en un duelo clave en Abegondo. Samara Ortiz Cruz (Madrid, 1997) reconoce que el equipo le tiene muchas ganas a este encuentro ante el líder. Una futbolista que ya sabe lo que es jugar en Champions y que ahora desea ascender.
—Tiene una gemela, Malena, que también juega profesionalmente. ¿Cómo les dio por el fútbol?
—Empezamos jugando entre nosotras y con niños en el patio del colegio. Hasta que un día las profesoras les dijeron a mis padres: «¡Oye, a estas se les da muy bien el fútbol, que en el patio les están ganando a los niños!». Así que con seis añitos decidieron apuntarnos a un equipo que había en el barrio, en Vallecas, y a la temporada siguiente, cuando sacaron la escuela del Rayo, nos apuntaron. Y ya allí fue en donde crecimos futbolísticamente durante nueve años.
—¿Cómo es lo de crecer en el deporte junto a su gemela?
—Hemos tenido la suerte de tener los mismos gustos. Nunca nos aburríamos. En casa, de pequeña, hemos roto más de un cuadro [se ríe]. Al final, mis padres, también encantados, porque tener dos niñas de la misma edad y que les guste lo mismo te lo facilita todo.
—Y compartiendo equipo.
—Sí, menos en estos tres últimos años, estuvimos siempre juntas. Igual había alguna temporada, en las categorías base, en que a lo mejor el equipo de arriba subía a alguna dependiendo de si necesitaba más a una o a otra. Ella es mediocentro y yo lateral, y hubo algún año que una u otra ascendía antes e igual estábamos separadas en los entrenamientos.
—Menos mal que juegan en posiciones diferentes.
—Sí [se ríe]. Lo he pensado alguna vez. Jugarte el puesto con tu hermana tiene que ser bastante fastidiado. En el mismo equipo, por muy bien que te lleves, si solo puede jugar una, y con la confianza de poder decirte cualquier cosa... Imagina...
—De origen cubano.
—Sí, mi madre es de Cuba. Somos una familia que viaja mucho y cuando éramos pequeñas íbamos allí más. Ahora, suelo ir cuando tengo un hueco y encantada.
—De la cantera del Rayo acaba en el Real Madrid, a través del Canillas y del Tacón.
—Ya cuando me fui al Canillas, allí se pensaban que aquel proyecto fuese el futuro Real Madrid. ¿Qué pasa? Que por el medio se creó el CD Tacón. De aquel primer equipo en el que estuvimos, al Real Madrid solo nos mantuvimos tres: Lorena Navarro, mi hermana y yo. Fuimos las únicas que aguantamos, porque confiamos en que en algún momento ascenderíamos. Y así fue. Fue un proceso largo, perdimos dos play offs, y a la tercera fue la vencida. El ascenso.
—Coincidió estando en el Real Madrid con los dos años que estuvo el Dépor Abanca en Primera. ¿Cómo lo veía desde fuera?
—Sí. Uno cuando todavía era el Tacón, y luego el del Real Madrid. Todavía tengo grabado ese partido que íbamos ganando 3-0, a falta de ocho minutos, y nos acabaron remontando. Yo no jugué ese día, estaba en la grada porque me había lesionado la clavícula, y no me lo podía creer. El de Manu Sánchez era un equipo que daba gusto verlo jugar. Cuatro que ahora son internacionales (Athenea, Tere, Misa y María Méndez), Gaby, Nuria... ¡Buah! Era un equipazo.
—¿Cómo fue su salida del Madrid?
—Cuando terminé mi etapa allí, decidí irme fuera de España y vivir la experiencia. Me fui a Dinamarca. Me fichó el Brøndby. A nivel futbolístico, me fue muy bien, pero en lo personal... Lo pasé muy mal. Es un país muy frío y yo era la única de cultura latina dentro del equipo... El resto eran danesas, suecas... Eché en falta tener a alguien más de mi estilo de vida. Pero bueno, me hizo madurar mucho y me ayudó también futbolísticamente porque tuve que adaptarme a un juego más físico. Además debuté en Champions. Así que genial, en ese sentido.
—Y decidió regresar tras un año allí.
—Sí, yo quería volver, y del Dépor me hablaba todo el mundo muy bien. De cómo cuidaban a las jugadoras y de que en A Coruña se vivía bien. Y mira, me decidí. Dije: «Es un club grande y vamos a probar allí».
—¿Cómo fue esa llamada del Dépor?
—Primero me llamó Rocío Candal, la que era directora deportiva, y yo ahí tenía dudas. Acababa de terminar un máster y miraba en buscar trabajo... Incluso, pensé en dejar el fútbol. Pero me llamó el Dépor y decidí darle otra oportunidad al fútbol. Después de la llamada de Rocío lo hizo Irene [Ferreras], que había jugado en el Rayo, y yo me acordaba de ella de cuando yo era pequeña y la veía allí entrenarse. El hecho de ver que había detrás una persona conocida, cercana, ayudó. Me convencieron entre las dos y aquí estoy.
—Y no le va mal. Juega bastante. La pena fue que el año pasado se escapara el ascenso.
—Sí, la verdad es que sí, fue una lástima... Pero bueno, yo estoy muy contenta aquí.
—Este año puede redimirse.
—Esta temporada, el ascenso, sí o sí, ¿eh? Tenemos que conseguirlo como sea.
—Para eso es importante ganarle al Espanyol.
—Sí, es un cara a cara y tenemos que ganar para coger un poco de margen; porque esta Liga está loca. Es posible que hasta el final no se vaya a resolver nada.
—¿Le tienen más ganas al rival por lo que sucedió en la primera vuelta?
—Sí, fue un partido atípico y la verdad es que dejarnos esos puntos allí nos dio mucha rabia. Te meten a jugar en otro campo que no es el habitual, se pone a llover, el árbitro dice que se suspende y luego que no... Fue todo muy raro y, al final, en un saque de banda, nos centran y gol. Fueron tres puntos que dolieron. Así que ahora iremos a por todas para ganarles.
—Y ya en un campo de verdad, de hierba natural y de buenas dimensiones.
—Sí, Abegondo mola. A los equipos les impone mucho jugar aquí. Recuerdo mi debut con el Dépor y... A los veinte minutos ya tenía los gemelos subidos. Lo ves tan grande y te cuesta. Pero ahora ya estoy acostumbrada y me encanta este campo.
—¿Izquierda o derecha?
—Yo prefiero jugar en la derecha, pero, mientras me pongan, cumplo donde sea.
«Con seis años, los niños nos tiraban arena, no nos querían en el equipo»
Con 26 años, Samara está experimentando en primera persona la explosión de su deporte.
—¿Cómo ha vivido la evolución del fútbol femenino?
—Me dan mucha envidia las niñas pequeñas viendo que ahora lo tienen mucho más fácil. Y eso es por el trabajo de las que fuimos antes. Por exigir unos derechos. Y ahora, con lo del Mundial, demostramos que no todo es fútbol masculino. Hemos dejado claro que nosotras también valemos. Estamos dando pasos de gigante y quizás aún se necesita mejorar más.
—¿Sufrió alguna situación de machismo?
—Sí, en el primer equipo que estuve, con seis añitos. De hecho, mi padre nos acabó quitando de allí porque los niños nos tiraban arena y nos trataban fatal. Yo se lo decía: «Vámonos, papá, yo no quiero jugar aquí». Era un ambiente en el que los niños nos miraban mal, así que me desapuntaron de allí.