El Deportivo busca un final feliz a un lustro en el pozo

Iván Antelo A CORUÑA

TORRE DE MARATHÓN

Pinto & Chinto

Puede lograr este domingo el regreso al fútbol profesional si le gana al Barcelona Atlètic, poniendo fin a los cinco peores años de su historia

11 may 2024 . Actualizado a las 21:11 h.

David Mella tenía poco más de 14 años. Fue aquel 24 de junio, en plena fiesta de San Juan del año 19, cuando el Deportivo cayó en desgracia. Debía visitar Mallorca y los bermellones abofetearon con toda la palma de la mano las ilusiones blanquiazules. Enfrente estaba Salva Sevilla. Él disfrutó del ascenso a Primera que se le negó al Dépor de la forma más cruel. Sin su capitán, el hoy consejero Álex Bergantiños, ausente por una brutal patada en la cara que lo llevó al hospital, en donde le dieron 70 puntos de sutura, el equipo coruñés dilapidó el 2-0 de Riazor, con el no gol de Pablo Marí incluido, en los últimos compases del encuentro de vuelta. El deportivismo lloró aquel día su mala suerte sin ser consciente entonces que en Segunda tampoco se estaba tan mal. «En el sótano de tu fracaso, siempre hay una planta más», como diría Antonio Recio, célebre personaje de ficción de la serie La que se avecina.

A la vuelta de vacaciones, el Dépor cayó en picado y llegó al 20 de diciembre con la ridícula cifra de 12 puntos. El deportivismo se ilusionó entonces con la vuelta de Fernando Vázquez, que empezó a enlazar victorias al mismo ritmo de desenfreno con el que crecía la ilusión blanquiazul. Hasta seis seguidas llegó a enlazar, asomando incluso el hocico fuera del descenso. Una pandemia mundial (covid-19) segó aquella funesta temporada y, tras el parón, el Dépor tuvo la puntilla en aquel nefasto duelo contra el Extremadura de Manuel Mosquera, ya descendido, en el que acabó siendo ajusticiado por un deportivista de corazón como Pinchi (autor de dos goles). Con todo, el equipo llegó vivo a la última jornada, pero la Liga y la RFEF le impidieron competir en igualdad. Un brote de coronavirus en su rival, el Fuenlabrada, impidió que su partido se jugara junto al resto de oponentes. De nada sirvieron los lamentos ni la razón moral dada desde muchos frentes. Se mandó al Deportivo al Segunda B sin la posibilidad de defenderse sobre el campo.

De barro, hasta las orejas

El cuadro coruñés bajó al fútbol de bronce en el año 2020 y le tocó padecer la Segunda B más surrealista de la historia. Una irrisoria liga con 8 subgrupos de 10 equipos cada uno, en la que para ascender había que superar tres fases. El Deportivo ni superó con éxito la primera. Hasta cayó derrotado en Riazor ante el segundo equipo de su eterno rival y se tuvo que conformar con el triste honor de no bajar a Segunda o incluso a Tercera Federación. Un fiasco sin paliativos.

El nuevo curso, el 2021-22, ya como Primera Federación y en una liga normal de 20 equipos, el Dépor comenzó como un tiro e hizo soñar a su afición con que al fin podía haber luz al final del túnel. Eran los tiempos de aquella generación juvenil que campeonó en Marbella y que luego maravillaría en la UEFA Youth League, pero a la que prácticamente se le cerró la puerta en el proyecto de Borja Jiménez. Además, a partir de enero, el equipo se fue cayendo y acabó viéndose superado por el Racing de Santander. Tocaba entonces fiarlo todo a un play off hecho a medida, que se jugaría a partido único y en Riazor, gracias a la gestión de la Federación Gallega. ¿El partido definitivo? Ante el Albacete de Rubén de la Barrera. Al Dépor le valía el empate. Y perdió en la prórroga. Nuevo mazazo.

Hubo que volver a levantarse. Y se intentó. Con Óscar Cano en el banco, el equipo hizo de Riazor un fortín, pero fuera de casa falló demasiado y solo le dio para jugar la fase de ascenso. Rubén de la Barrera devolvió la ilusión a la afición, que se echó a los brazos de Mella y Yeremay. En la promoción, el Dépor le ganó 1-0 al Castellón en la ida; pero la expulsión de Mackay echó por tierra todo y el deportivismo acabó derramando más lágrimas en la vuelta en Castalia.

Abanca dio entonces un golpe de autoridad. Cambió el club de arriba a abajo y esta temporada parece que será la definitiva. Este domingo (19.00, TVG), el Dépor tendrá su primera oportunidad para ascender. Solo tiene que ganarle al Barcelona Atlètic, con un Riazor a rebosar. El historial de fatalidades actúa de lastre en las ilusiones blanquiazules. Pero toca salir del pozo. El deportivismo seguirá empujando.

CESAR QUIAN

El cuadro coruñés seguirá teniendo en su mano el ascenso en caso de empate o derrota

El partido de este domingo puede ser definitivo en caso de victoria coruñesa. Pero el Deportivo tampoco perdería sus opciones en caso de no conseguirlo.

De hecho, el empate prácticamente se lo asegura, ya que significaría llegar con cuatro puntos de ventaja (más el golaveraje) a falta de dos jornadas. Por tanto, en ese escenario, a los de Imanol Idiakez les valdría con sumar al menos dos puntos entre su visita a la Real Sociedad B y el desenlace de Riazor frente al Real Unión.

Por ello, al Barcelona Atlètic solo le vale la victoria en Riazor para llegar con alguna garantía al epílogo. Pero, aún así, el Deportivo llegaría dependiendo de sí mismo para lograr el ascenso a Segunda División. Solo tendría que sumar los mismos puntos, en sus dos jornadas finales, que los que el Barcelona B haga ante el Nàstic (casa) y Celta B (fuera).