Tras dos partidos en los que el semblante del Deportivo fue bastante diferente con respecto al inicio de liga en Segunda, llegaba la visita al estadio Martínez Valero de Elche, ante un equipo con malos resultados en casa hasta el momento, pero considerado «grande» dentro de la categoría. Solo un cambio por parte de Imanol Idiákez: 1-4-2-3-1, con la entrada de Mario Soriano por el internacional sub-21 Yeremay. De entrada, he de reconocer que no me gusta la propuesta, pues las características del canario son, además de difícilmente reemplazables, muy diferentes a las del centrocampista de Alcalá de Henares, que pasó prácticamente desapercibido en el partido.
Quizá apostar en la banda izquierda por David Mella habría sido una línea más continuista con la dinámica del Deportivo. La propuesta del cuadro local, con Eder Sarabia al mando, estaba clara: ataque posicional, intentando juntar pases en carril central para llevar a los carriles, buscar el área rival y presión alta. Muy parecida a la que había utilizado estos últimos años en el Andorra, ya sin el «extremismo» de su mentor, Quique Setién.
El Deportivo presionaba en el Martínez Valero en un bloque alto mientras acusaba la falta acierto en su zona de inicio. Se presumía un partido divertido para espectador, no tanto para los entrenadores. Ya en los primeros 20 minutos el cuadro ilicitano hundía poco a poco la línea defensiva del Dépor, llevando la batuta de la posesión (75%), con 140 pases (87% acierto) por 36 (67% acierto) de los de Idiakez. Volviendo siete días atrás me gustaría repetir un argumento, si me lo permiten: esperar en bloque medio-bajo para transitar con espacios ante un equipo que asume riesgos con balón (y con Mella en el campo) podría acercarnos más al objetivo. Tanto el de Teo (omnipresente otra vez) como Lucas y Barbero pudieron hacerlo en varias ocasiones, tras una salida de los vestuarios con intenciones claramente ofensivas unidas a repliegues efectivos, pues el Elche transitaba con espacios y cierta facilidad.
Y ahí se encontraron los jugadores franjiverdes con una línea de cuatro excelsa; y mención especial para Dani Barcia. Hemos recuperado la solidez en área propia volviendo a no acertar en área contraria. Algo que llegará «a su tiempo si sabemos cómo esperar», decía Tolstoi.