
El jugador del Liceo y campeón del Mundo con la selección española de hockey sobre patines explica cómo se controla el incumplimiento del régimen interno para multar
02 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Desde bien pequeñito supo que lo suyo era jugar al hockey. Estudiar en el colegio Liceo La Paz también ayuda. Ver a Facundo Salinas le hizo portar el dorsal 5 en su camiseta y ser defensa. Tuvo que hacer la mili en Reus para hacerse un hombre y volver como hijo pródigo al club coruñés para convertirse en el mejor stopper de la OK Liga. César Carballeira (A Coruña, 1996) acaba de afrontar una semana con tres partidos de alta intensidad, siendo protagonista en el segundo, cuando marcó el penalti que le dio el triunfo a su equipo frente al Reus en el primer duelo del play-off de semifinales. Ahora, con 2-0 en la eliminatoria, viaja con ganas a Cataluña, pero sin confianzas. De momento, descansa en casa. Ayer, día de partido, tocó comer hamburguesa, su plato preferido. Y, luego, descanso, mucho descanso para afrontar un final de temporada «que va a ser durísimo».
—¿Cómo se relaja un día de partido?
—Nada fuera de lo normal. Si es por la noche, cuesta más dormir. El viernes, por ejemplo, aún tuve suerte, porque, aunque eran sobre las doce cuando salimos del Palacio, me dormí sobre las dos y media o tres. Pero, normalmente, me cuesta. Si es por la mañana, descanso toda la tarde, y perfecto. Pero no hago nada especial. A lo mejor, veo alguna serie, o estoy con los perros.
—¿Cuántos tiene y de qué raza?
—Un pit bull y dos bulldog ingleses. Los últimos los tengo en casa, son hermanos, y el otro en la aldea. Se llaman Pancho, Pepa y África.
—¿Vive en una casa?
—No. En un piso. Pero se portan bien. Alguna peleílla tienen, pero tampoco tengo queja de ellos.
—Además de los perros, ¿puede decirse que su otra afición son los tatuajes?
—Más que afición, yo diría que son un vicio. Siempre tengo ganas de hacerme más.
—¿Cuántos tiene y cuál es su preferido?
—No sé el número exacto y me quedo con el que me hice cuando ganamos la Liga. Era una foto mía de pequeño con la fecha de la conquista del título. Ahora, me queda pendiente el del Mundial, pero necesito tiempo para hacerlo, que cure y demás. No lo he tenido aún.
—Un tipo tan coruñés como se siente usted, ¿cómo llevó lo de tener que irse al Reus de joven?
—Me lo tomé como un reto. Una experiencia. Le estoy muy agradecido al club, a la ciudad, a la gente que me rodeó... Me sentí muy cómodo desde el primer día que llegué allí. Luego, me salió la oportunidad de regresar a casa y no podía desaprovecharla. Pero no cambiaría la experiencia vivida. Está claro que era un jugador y una persona cuando me fui y regresé cambiado. Tuve la mala suerte de que me sucediera lo peor que le puede pasar a un deportista, que me lesioné, pero también me sirvió para aprender.
—¿Y cómo se lleva eso de tener que ir cada quince días, ahora en «play-off» con más frecuencia, a Cataluña?
—Une mucho. Tenemos un gran grupo dentro y fuera de la pista y eso aún nos hace más piña. El hecho de que tras una derrota tengamos que coger el bus y estar horas con el resto ayuda mucho. Desde que llegué me encontré grandes grupos, pero este me encanta.
—¿Dava es con quien más unido está?
—Sí, también con Fabri, y con Martín, quizá sea con los que más. Pero, en general, hay muy buen rollo con todos. Existe una complicidad diferente con cada uno, pero buen ambiente con todos.
—Pero para poner las normas las consensúan entre Dava y usted, aunque él porte el brazalete de capitán.
—Sí. Las comentamos entre los dos, ponemos las normas, se firman y luego obligamos a cumplirlas. Y el que no, pues multa al canto.
—¿Quién vigila?
—Bueno, todos. Es incluso divertido, porque estamos todos al acecho a ver quién la lía y tiene que pagar. Tenemos por varias cosas, pero todo típico: cinco euros por cada cinco minutos de llegar tarde (computa desde el primero), por tarjetas, uso del teléfono, vestimenta... Pero estamos todos ahí, controlando. Este vestuario es como la policía local, tiene un gran afán recaudatorio (se ríe con ganas).
—¿Quién paga más?
—Tato. Es que es bastante desastre. Que si el uso del móvil, que si llega tarde... Pero es más por despiste que porque sea mal chaval, porque es un gran tipo. Es su manera de ser. Él lo dice. O lo odias o lo quieres.
—Tiene pinta de ser uno de los más divertidos del grupo.
—Sí. Él y Fabril. Aunque aquí no te puedes fiar de nadie. A todo le sacamos punta entre todos. Ya le digo que hay muy buen ambiente.
—Están en la recta fina de la OK Liga y son muchos los que piensan que este año toca ganar.
—Ahí no me pilla. Yo solo le puedo decir lo que pienso, y es que va a ser muy difícil. Claro que es nuestro objetivo. Pero, ahora, por ejemplo, viajamos a Reus con ventaja de dos partidos, pero vamos a sufrir de lo lindo. Que nadie dé por muerto a ningún equipo, porque no lo están. Es el año que más igualado está todo.
En corto
—¿Qué coche tiene?
—Un BMW.
—¿Usa reloj?
—Siempre. Tradicional.
—Una comida.
—Hamburguesa. Después de los partidos aprovecho, porque cuido la alimentación.
—Una bebida.
—Agua.
—¿La última tarea que ha hecho en casa?
—Planchar.
—¿Cocina?
—Cocino.
—¿Qué me prepararía para quedar bien?
—Tortilla de patata.
—¿Con o sin cebolla?
—Sin cebolla, por supuesto.
—Un libro.
—Fariña.
—Una película.
—Gladiator.
—Una serie
—Prison Break o Peaky Blinders.
—¿Qué tipo de música escucha?
—De todo. Depende del día
—Un personaje histórico.
—A bote pronto, ninguno.
—¿Y un jugador?
—Facundo Salinas.
—¿Por eso lleva el 5?
—Sí, desde pequeño.
—Para informarse, ¿prensa, radio o televisión?
—Prensa digital.
—¿Es creyente?
—Sí, pero no practicante.
—¿Monárquico?
—De política, cero.
—¿Lo más duro que le han dicho en una pista?
—De todo (se ríe). Pero no me afecta. Seguramente porque voy a lo mío y ni me entero.
—¿Un partido para el recuerdo?
—La final del Mundial.
—¿Cómo se ve después del hockey?
—Imagino que seguiré vinculado de alguna manera.