La Policía Nacional intensifica la vigilancia en los «after» de la ciudad

M. G. VIGO

VIGO

El jefe de la Udyco asegura que en Galicia no hay laboratorios de éxtasis ni organizaciones estables La Policía Nacional ha intensificado la vigilancia en los «after» de Vigo durante los fines de semana para luchar contra el tráfico de éxatsis y otros derivados anfetamínicos. El jefe local de la Udyco reconoce que las actuaciones son «muy difíciles» porque son locales «donde hay muchísima gente y con baja iluminación». Asegura que en Galicia no existe ningún laboratorio ni organización dedicada a la distribución al por mayor de estas sustancias, pero reconoce que muchos jóvenes se dedican a trapichear con estas sustancias.

20 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

La policía ha constatado durante los últimos años varios cambios en las costumbres de los consumidores de éxtasis de Vigo, según explicó a este diario Daniel Rodríguez, jefe de sección local de la Unidad de Delincuencia Urbana y Crimen Organizado (Udyco): «Lo que antes era una costumbre casi exclusiva del verano ahora se practica todo el año, pero sólo los fines de semana». Los consumidores tampoco se mueven tanto como lo hacían antes. Ante la múltiple oferta de discotecas de música eletrónica y locales after prefieren quedarse en la ciudad: «Antes Vigo pertenecía a una ruta del bacalao que se recorría en algo más de 48 horas y que ahora está rota. Pasaba por Redondela, Cangas, Tui y Caminha». El máximo responsable local antidrogas explica que, ante la constatación del incremento del consumo de estas sustancias, han intensificado la vigilancia en el exterior de los locales donde se ingieren, aunque asegura que «ya lo hacíamos antes de que se produjesen las muertes de Málaga». Daniel Rodríguez recuerda que la primera intervención policial en Galicia contra el tráfico de éxtasis tuvo lugar en 1995 frente a la desaparecida sala Óxido de Vigo (entre los implicados estaba el disc-jockey). Desde entonces las intervenciones no han cesado, pero ya no se intervienen grandes cantidades: «Un traficante mediano vuela a Madrid, trae a Vigo mil o dos mil pastillas y las distribuye en un fin de semana si hay alguna fiesta o evento importante. Las reparte en bolsitas de 25 a 100 unidades y a partir de ahí el tráfico se atomiza y se hace muy difícil de perseguir. Aunque se vigilan, es muy difícil actuar dentro de los locales porque hay poca luz y una gran concentración de juventud».