OPINIÓN | O |
18 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.AL IGUAL que en otras partes del mundo la Unión Europea se está enfrentando en la actualidad a una reducción del crecimiento y de la creación de empleo. Desde el Consejo Europeo de Lisboa en el 2000 hasta el de Barcelona 2002, las prioridades siempre han sido claras, incrementar el empleo y la cohesión social y dar prioridad a la innovación y el espíritu empresarial además de potenciar el mercado interior y la protección medioambiental. Alcanzar, respecto al empleo, una tasa del 70% en el 2010, no cabe duda que exigirá un cambio de aptitud de la Comisión europea a la hora de tener en cuenta las actividades empresariales de las zonas europeas, además de reformas estructurales profundas orientadas entre otras al pleno empleo y a buscar productividad y calidad del trabajo. En cuanto a la innovación, aunque existe una enorme capacidad en Europa, ésta, debe apoyarse más, para que las ideas con valor añadido sean incentivadas y la interacción entre mundo empresarial y centros de investigación públicos y privados, sea mayor y permanente. Pero, también se necesitan medidas para fomentar el espíritu empresarial entre los jóvenes que son los verdaderos activos del futuro y de nuestra sociedad. Con respecto a la productividad y al crecimiento, y más aún en una Unión Europea ampliada, la comunidad debe buscar un mercado interior dinámico y que funcione correctamente, mejorando su marco regulador y garantizando la protección de los consumidores. Pero además de todo lo anterior, en Lisboa, se avanzó en como mejorar en cada país el entorno y la calidad de vida equilibradamente con un mayor despegue del mundo económico.