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El Corán y la Guerra Santa

| ARMANDO G. FREIRÍA |

VIGO

CUARTO OSCURO

14 abr 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

LOS ATAÚDES viajan en vagones de tren y, sus muertos, los pasajeros, compran billetes cuyo final de trayecto, en las mesas de autopsia de los forenses, los reparten al arbitrio de Alá unos cuantos animales con mochila y teléfono móvil. Así las cosas, los raíles y las calles se tiñen de sangre, el corazón de las gentes de dolor, angustia y miedo y, la razón, de los peores pensamientos. En esta situación, uno sólo desea pedir disculpas a algún despistado lector, pintar la columna de negro y sentarse a llorar. La Semana Santa, con sus pecados, calvario y penitencia se nos adelantó un mes y, como la primavera, el Gobierno no sabe cómo ha sido. Desde la primera bomba -como para entenderla y exorcizarla- escucho y leo que las explicaciones cabe encuadrarlas en el terrorismo internacional, en la lucha entre ricos y pobres, en las guerras religiosas o en otros factores, todos ellos por separado o conjuntamente. Uno de los debates está en conocer si el Corán propone o se opone a este tipo de actos suicidas y asesinos. Como quiera que los comentarios de contertulios varios -respetables siempre- no pasan de la opinión personal, me he decidido a buscar en el mismo texto coránico citas sobre la guerra santa encontrando, entre otras, las suras y versículos que, literales, transcribo -que no interpreto- toda vez no soy experto: Sura II, vers. 187: «Matadles doquiera los halléis y expulsadles de donde ellos os hayan expulsado. La tentación de la idolatría es peor que la carnicería en la guerra. No les libréis combate junto al oratorio sagrado a no se que ellos os ataquen. Si lo hacen matadlos. Tal es la recompensa de los infieles». Vers. 189: «Combatidles hasta tanto no tengan que temer la tentación, hasta que todo culto sea el del Dios Único». Sura IV, vers. 76: «Que los que sacrifican la vida aquí abajo por la vida futura combatan en la senda de Dios. Que sucumban o que sean vencedores les daremos una generosa recompensa». Sura V, vers. 56: «¡Oh creyentes! no toméis por amigos a los judíos y a los cristianos que son amigos unos de otros. El que los tome por amigos acabara por asemejárseles, y Dios no será la guía de los perversos». Sura VIII, vers. 17: «No sois vosotros los que matáis, sino Dios. Cuando lanzas un dardo no eres tu el que lo lanza, sino Dios, para exponer a los fieles a una hermosa prueba; pues Dios lo oye y sabe todo». Sura IX, vers. 5: «Una vez expirados los meses sagrados matad a los idolatras dondequiera que los halléis, hacedles prisioneros, sitiadles y acechadles». Vers. 39: «Si no marcháis al combate, Dios os castigará con un castigo doloroso...» Sura XLVII, vers. 4: «Cuando encontréis infieles matadles hasta el punto de hacer con ellos una carnicería y estrechad fuertemente las trabas de los cautivos». Es obvio que entre Aznar, apoyando y vinculándonos a una guerra injusta e ilegítima, y grupos radicales de lectura fundamentalista de la ley coránica que interpretan a Alá clemente y misericordioso inmolando a los demás, se hace cierto lo de «Houston, tenemos un problema». Esperemos no acabar como la célebre nave espacial: desintegrados todos. Y que, al contrario de ésta, encontremos la solución para regresar a casa, cada uno a la suya y Dios en la de todos.