DESDE MI VENTANA | O |
04 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.EN estos días se viene hablando de nuevo bastante sobre los tesoros de Rande. Por lo que parece, todavía hay quien está convencido de que merece la pena hacer un esfuerzo (de muchísimos euros, por cierto) para recuperar lo que todavía yace en los fondos de la ensenada de San Simón, ya que fue alrededor del archipiélago donde tuvo lugar la batalla final y no en el estrecho. Eso significa que más de uno de los galeones pudo acabar varado en los arenales próximos, lo que facilitaría, como sostienen algunos, que las gentes de los alrededores, e incluso los marineros, se hicieran con parte del botín. Lo que sí es cierto es que el tesoro que llegó cuando menos a Londres no fue todo lo abundante que se esperaba. En Vigo y en su contorno, y ya en tierra, se encuentra un buen número de los ciento cuarenta y seis tesoros que, según el famoso libro Ciprianillo, estaban enterrados a lo largo y ancho de Galicia. Casi seguro que éste era el libro que leía el cura de Prado, en Ponteareas, en la llamada Peneda da Fenda, intentando apoderarse del tesoro allí escondido, intento que fracasó con seguridad por no cumplir con exactitud con las instrucciones marcadas. Algunos de estos tesoros fueron rescatados, como el del Outeiro da Cruz en Tomiño que había sido abandonado por gente agarena. Éste sería también el caso del Sobroso: tal como contó su biznieto, un soldado de A Cañiza había encontrado en 1.796 un gran número de monedas de oro entre las ruinas del castillo, monedas que acabarían esparcidas con el estiércol en las fincas de los alrededores de su vivienda. Ligado directamente con este asunto está el caso de los delincuentes detenidos en el año 1878 en el mismo Sobroso. Entre las cosas que se les ocuparon figuraban varias monedas de oro.