SECCIÓN | O |
21 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.Un fenómeno está transformando los cimientos del comercio. Se trata de una invasión no tan silenciosa pero si de manera rápida, que está compitiendo con las producciones occidentales gracias a unos costes bajos de producción. Esta realidad afecta de manera especial a algunos sectores de la economía gallega. Con la venta de productos a bajo precio, está produciéndose una alerta más que cierta para las empresas. Para ello, hay que desterrar la atomización y la escasa cultura de cooperación, que unido a la necesidad de ofrecer productos de calidad y con factores diferenciadores que, potenciados por la imagen de la conserva de pescados y mariscos de Galicia, son algunas de las claves para que el sector se mantenga. Nuestras empresas, se están viendo seriamente dañadas en el mercado comunitario por las asiáticas, que sin costes medioambientales ni sociales que repercutan en el precio final, y con incentivos económicos y fiscales proporcionados por dichos gobiernos, se está viviendo un período de crisis para algunas, de reestructuración para otras, pero en todo caso, de profundos cambios a los que no puede continuar ajeno las Administraciones. Así las cosas, las conserveras gallegas tienen capacidad para resistir la amenaza asiática. La industria ha aguantado lo inimaginable. Seguimos siendo un sector luchador, y debemos emplear todas las armas a nuestro alcance para hacer frente a las situaciones que nos esperan. La reestructuración y modernización, unida a la especialización serán factores fundamentales. Un futuro lleno de retos y oportunidades. Aprovechémoslas.