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Los iconoclastas de la memoria se ceban en la Guerra Civil

VIGO

Varios monumentos alusivos al conflicto fratricida han sufrido atentados en Vigo

22 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

La memoria y el olvido siguen manteniendo una feroz lucha en España con el objetivo de imponer su interpretación de la historia. En Vigo, la pugna sigue presente y, últimamente, se ha hecho más evidente en torno a cualquier referencia a los trágicos días de la Guerra Civil. Mientras los partidarios de la memoria se empeñan en recordar, para reivindicar dignidades en cualquier bando, los fieles del olvido resquebrajan cualquier indicio del recuerdo, esperanzados en la idea de aquel refrán que habla de ojos ciegos y corazones insensibles.

El último episodio de la guerra iconoclasta se produjo la noche del pasado martes. Tan sólo dos días después de que la Asociación Viguesa pola Memoria Histórica inaugurara un monumento en memoria de siete personas fusiladas extrajudicialmente en septiembre de 1936, unos desconocidos apelaron al olvido mediante la tinta y el cincel. «Quiséronos asasinar por segunda vez, pero nós continuaremos dignificando a súa memoria», decía ayer un portavoz de la citada asociación.

En un comunicado, esta asociación pedía a la dirección del colegio Marcote, muy próximo al lugar donde se levanta el monumento, que «do mesmo xeito que os seus bedeis coidaron, tal vez con exceso de celo, o contorno do colexio, propiedade municipal, confundíndoo como propiedade privada e ameazando con derrubalo aos operarios e ao autor mesmo do monumento, procuren actuar co mesmo celo no seu coidado para amosar ás vindeiras xeracións as experiencias dramáticas e traumáticas da violencia».

No es el único caso de un atentado contra las referencias físicas a la Guerra Civil Española. Las fachadas de las iglesias más antiguas de la ciudad también han sido objeto de estos ataques. Concretamente, las lápidas donde se recogen los nombres de personas muertas en la guerra que defendieron el bando franquista. La concatedral o Santiago de Vigo son dos ejemplos de está guerra iconoclasta. Recientemente, el párroco de la antigua colegiata de Cangas expresaba una idea no falta de argumentos históricos: «Son soldados muertos en batalla, de personas que, en muchos casos, tuvieron que participar en la guerra porque no podían elegir».

El problema de estas placas es que siguen manteniendo los viejos parámetros de vencedores y vencidos, señalando el bando correcto, frente a los otros, que fueron condenados al olvido desde la oficialidad social y administrativa.

La cruz de O Castro, rosa

En esta guerra contra los gestos, merece una mención especial la cruz ubicada en el monte de O Castro. En 1960 fue eregida la cruz con el fin de recordar a los muertos del bando franquista. Con la llegada de la democracia fue reconvertida en un símbolo que recordaba a todos los muertos de la guerra, independientemente del bando en el que lucharan. Incluso, en alguna ocasión sufrió un atentado con explosivos de escasa potencia. En la actualidad, ha sido pintada de rosa, mientras que el conjunto inferior, donde se sitúan representantes de las tres armas del ejército, sufren todo tipo de pintadas.

En el lado contrario se encuentra el monumento levantado por el movimiento vecinal para recordar a las personas que fueron asesinadas en la playa de Alcabre durante la guerra. La pequeña placa fue objeto de ataques en varias ocasiones por parte de quienes no estaban muy conformes con este tipo de homenajes. Cuando la historia se afronte libre de sentimientos, los iconoclastas quedarán sin trabajo.