«Una señora me dijo que en vez de pagar 12.000 euros por un cuadro prefería un abrigo de visón para lucirlo en la calle»

Xulio Vázquez

VIGO

17 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Casi nadie trabaja por amor al arte. Son muy pocos los que invierten en obras artísticas, aunque puedan conseguir mayor rentabilidad que en muchos de los valores que cotizan en bolsa. Así se explica que bastantes galeristas tengan que echar el candado antes de tiempo. Ramón Quinzán Pardo es propietario de la galería Amadora, situada en el número 106 de la calle Gran Vía. Hace apenas año y medio que la abrió para que le resulte más entretenida su jubilación, aunque dice que lo hizo, «porque soy un aficionado al arte». -¿De dónde le viene esa afición? -Mi vida ha estado ligada al mundo del automóvil y llevo 45 años establecido en Vigo. Cuando viajaba por motivos profesionales a Madrid, Barcelona o Valencia solía terminar viendo exposiciones o visitando a pintores. Rara era la vez que no traía conmigo dos o tres obras. Más que por una inversión fue para dar satisfacción a mi gusto personal. Siempre tuve en mi casa obras de pintores reconocidos. -¿Qué cuadros tiene en su galería? -Hay más realismo que abstracto. Trabajo con pintores gallegos y con nacionales de primera línea, como Eustaquio Segrelles o Soledad Fernández. Tengo obras de Albert Carnicé, un gran paisajista; de Juan Fortuny. Son unos veinte pintores reconocidos. -¿Y los gallegos? -Están Ramón Deside, Luis Romero y Ángel Lemos, entre otros. -¿Pintores antiguos? -No. Sus cuadros alcanzarían un valor considerable, por la revalorización. -¿Vigo invierte mucho en arte? -No. Hay una cultura que mira más hacia el mar. -¿En qué cifras económicas se mueven sus cuadros? -Desde 500 a 8.000 euros, dependiendo de si es un pintor novel o uno ya consagrado como Segrelles, un valenciano de la escuela de Sorolla. -¿Alguna anécdota? -Sí. En una ocasión una señora me dijo que en vez de pagar 12.000 euros por un cuadro prefería un abrigo de visón para lucirlo en la calle. Algo similar me pasó con un hombre, aunque su preferencia era comprarse un coche.