Mover marcos es uno de los deportes gallegos por excelencia. Un deporte sin federación ni reconocimiento, pero que exige un gran despliegue físico. El GPS de bolsillo representa su mayor amenaza. Permite fijar los lindes con precisión, al igual que calcular sin especiales conocimientos de geometría, la superficie quemada en un incendio.
La gran mayoría de los montes comunales están delimitados, pero no amojonados. Existen marcos antiguos que en muchas ocasiones sólo saben localizar los viejos del lugar.
Los directivos de la comunidad de O Hío recorrieron tiempo atrás el perímetro de sus 605 hectáreas de monte para localizar los marcos, Lograron identificar el 85% de las piedras, a pesar de que la ficha los indica frecuentemente de la manera más retorcida. Sirva como ejemplo esta descripción que se encontraron los comuneros: piedra con forma exagonal con pliegues característicos. Hay que rastrearla en medio de llos árboles, las plantas asociadas, disimulada con líquenes y tapada casi siempre por el mantillo, hojas y restos de ramas.
La comunidad de esta parroquia canguesa descubrió la supuesta usurpación de unas 20 hectáreas de monte en Vilariño por una llamada desde Madrid. Un natural de O Hío asentado en la ciudad comunica a un directivo que una inmobiliaria ofrece chalés a la venta en la zona de San Cibrán de Aldán. «¿Vendestes o monte de Vilariño?», le pregunta. No sabe que el monte comunal no se puede vender en ningún caso, pero si sabe localizar lo que iba a ser la mayor urbanización de O Morrazo (que quedó fustrada tras las protestas contra el PXOM) en un fotomontaje que mostraba las más de 3.000 viviendas que la promotora anunciaba como próximas al mar sobre las laderas de los montes de Vilariño y San Cibrán.
José Manuel Cordeiro, vicepresidente de la comunidad de Darbo, dice que la presión sobre el monte de esta parroquia tiene mucho que ver con que es una zona cada vez más urbana, con un alto valor del suelo.
Luis Lemos, presidente de la comunidad de Meira, afirma que hay «conflictos permanentes» con particulares decididos a ampliar sus fincas o a aprovecharse de la buena fe de los compradores.