«El merdeiro es la figura del Entroido urbano y está al mismo nivel del peliqueiro y del cigarrón»
VIGO
Adiós al mundo al revés, a la desinhibición, a la locura colectiva, a la negación de lo cotidiano y a la suspensión de los tabúes y de las prohibiciones. Doña Cuaresma le arrebata el mando a don Carnal. Vuelve el triunfo del control, la geométrica visión del mundo, el miedo al rostro desnudo y la amenaza de la penitencia, el ayuno y la abstinencia. Pero ni el entierro de la sardina o la quema de O Meco borrarán lo carnavalesco que cada cual lleva dentro. Además ya lo cantaba Celia Cruz: La vida es un carnaval . «Aunque nos saquemos la careta, todos llevamos una, pero la del Carnaval es más contestataria», dice Xulio Saiáns, miembro del Centro Social A Revolta, que reivindica la figura de los merdeiros y merdeiras. -¿Por qué lleva ese disfraz? -Soy miembro del Centro Social Revolta y, desde el año 2004, estamos luchando por recuperar la tradición del merdeiro. Es la figura del Entroido urbano, de las pocas que existen en Galicia. Considero que está al nivel del peliqueiro, la pantalla o el cigrarrón. -¿A qué se debe que no sea tan conocido como los otros? -Porque se había perdido su contacto con la calle. No sucedió lo mismo con respecto a la documentación, pues en ese campo nunca estuvo olvidado. Precisamente, estamos luchando por recuperar su uso. Hicimos un estudio en 2004, basado en un trabajo realizado por el antropólogo Santomé. Dimos una serie de charlas en el centro social y, con la colaboración de la Asociación Veciñal Casco Vello, ya nos lanzamos a darle todo su protagonismo por las calles. -¿Quién les confecciona los disfraces y las caretas? -Nosotros mismos, La máscara es un diseño de Pancho Lapeña, que se inspiró en unas fotos de 1924 y de estudios realizados por Risco y Xocas. La historia surge de cuando los mariñeiros ridiculizaban a la gente del campo. -¿Cuántos habéis salido a la calle? -Somos catorce personas, entre hombres y mujeres, pero lo importante no es el número, sino potenciar este tipo de Carnaval en la calle, con juegos y saltos, haciendo mofa de los políticos, siempre con alegría y diversión.