Una viguesa pasó un mes sin saber si tenía cáncer pese a que agilizó la espera en el Xeral pagándose pruebas en una privada
15 feb 2008 . Actualizado a las 11:16 h.La historia de Paqui Rodríguez es la del personaje más célebre del literato Franz Kafka: la de una ciudadana que choca una y otra vez durante un mes con un buen puñado de ventanillas, burocracia y contratiempos. Aunque en la historia de Paqui a la desesperación descrita por Kafka se suma el drama de alguien que se ha pasado un mes sin saber si el bulto del tamaño de un puño que tiene entre la axila y el pecho es un cáncer. De ahí su padecimiento, su nerviosismo y su ansiedad. «Es que he llegado a pensar que me estaban tomando el pelo con una cámara oculta», comenta nerviosa, después de un mes sumida en la incertidumbre.
Su suplicio comenzó el 12 de enero, cuando se despertó con un fuerte dolor en la axila derecha. «Me encontré un bulto del tamaño de un puño», relata. Y con él se fue a las urgencias del Xeral, desde donde la remitieron al centro de A Doblada para que la revisase un cirujano.
La cita es el día 14, pero cuando llega ante la puerta del médico le cuentan que el cirujano no está. «Tras discutir, me dan la opción de ir a mediodía, pero cuando voy me dicen que al cirujano le ha surgido un imprevisto y no puede». Así que Paqui se vuelve con su frustración y su amenaza de cáncer a las urgencias del Xeral. Allí la atienden un par de especialistas, que la envían de urgencia a una cita dos días después con un cirujano del hospital.
«Esta vez me exploran y el doctor me pide que solicite una mamografía de urgencia, pero en citas me dan para febrero sin especificar el día, así que vuelvo a la consulta y le digo al doctor que si estaría dispuesto a valorar las pruebas si me las hiciese en la privada. Me dice que sí y me remite al día 30», describe esta mujer de 44 años, que en la fecha marcada se presenta a la cita con la mamografía y la ecografía que se pagó en Fátima. El doctor las valora y pide una biopsia y una punción urgente, que en el Xeral programan para el día 5.
Pero Kafka vuelve a aparecer en escena, y cuando Paqui llega a las pruebas la instan a volver dos días después con su bulto, su dolor y su desesperación. «Protesté pero no me dieron solución más rápida que esperar a la nueva cita», aclara Paqui Rodríguez, que el día 7 consigue las pruebas.
Más tarde, el 13, debe acudir al especialista para ver los resultados. Pero cuando llega, nuevamente Kafka: un papel en una puerta la informa de que una huelga médica ha cancelado las consultas -que no las enfermedades-. «Protesto de nuevo y suplico, porque necesito saber qué tengo. Me recibe otra doctora y me dice que no hay informe, pese a que me habían dicho antes lo contrario y pese a que después el director médico me confirmó que las pruebas sí estaban».
Por eso ayer Paqui estalló y se plantó en el Xeral acompañada por familiares y miembros de la Asociación Viguesa contra el Cáncer, dispuesta a permanecer allí hasta que le diesen una respuesta. «Lo hago por mí -reconoce-pero también para que no pase más». Y para que Kafka viva solo en los libros.