Los andaluces redujeron su deuda a 18,7 millones de euros, a pagar en un lustro, y tras un año de penurias están cerca de lograr el objetivo de volver a Primera
03 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Ejemplos como el vivido por el Málaga entierran el mito del lobo feroz. La ley concursal no es el acabose para los clubes de fútbol, sino una forma de arreglar los excesos del pasado convertidos en números rojos. En poco más de un año los andaluces, que entraron de un modo voluntario en el concurso en noviembre del año 2006 han conseguido reducir la deuda en un 30%, contar con un plan de viabilidad a cinco años y tener al alcance de la mano un ascenso que resultaría un cheque al portador.
Recién descendido de Primera y en manos de la familia Sanz, el Málaga se acogió a la ley concursal el 27 de noviembre de 2006. El magistrado Bernando Pinazo, uno de los padres de la redacción de la propia ley concursal, fue el letrado encargado por la dirección malaguista para llevar el caso. Pinazo aventuró un proceso «largo y complicado».
Sin embargo, en un año y medio el expediente llegó a buen puerto, aunque sin llegar a cumplirse las expectativas de una rebaja en el 50% de la deuda. Cuando decidió dar el paso el club debía 27 millones de euros (4.482 millones de pesetas), cantidad que finalmente se ha reducido hasta los 18.772.883,67 euros (3.116 millones de pesetas). El problema para no conseguir una rebaja mayor es que el principal acreedor del club es Hacienda (a la que ahora le deben 12,8 millones) y con el organismo recaudador es imposible alcanzar un acuerdo que condone la mitad de la deuda.
El Málaga debe pagar en agosto de este año 2,5 millones de euros, una cantidad que se repetirá durante los próximos cinco veranos. Durante un lustro la entidad malagueña debe hacer frente a un pago anual de 3,5 millones de euros, para lo cual según los administradores concursales resulta clave que el club ascienda este año y se mantenga, al menos durante ese periodo, en Primera División.
Pero entre la solicitud y la resolución del concurso (prevista para junio), el Málaga ha seguido operando como un club de fútbol al uso, sin que la presencia de Daniel Pastor, Pablo Franco y José Manuel Fernández (los tres administradores) interfiriese en el día a día del club. Tan solo para autorizar aquellos pagos que apareciesen fuera de la hoja de ruta trazada por el club.
Las grandes visicitudes del Málaga llegaron en la primera temporada, recién entrados en la ley concursal. Los empleados del se vieron afectados por un expediente de regulación de empleo (del que no se escaparon inicialmente tres jugadores que estaban apartados) y que afectó a 13 personas, la familia Sanz tuvo que hacer frente a gastos (se apunta que 4 millones de euros) de funcionamiento que garantizasen la supervivencia del club y en lo deportivo, la entidad estuvo flirteando hasta el último momento con el descenso a Segunda B, en gran medida porque en enero del 2007 perdió potencial al quedarse sin Salva Ballesta, cedido al Levante, y otros jugadores a los que no se podía pagar.
Sin embargo el club fue capaz de mantener la categoría y tres meses después ya estaba liderando la Segunda División. A diferencia del comentario general, Muñiz pudo mantener jugadores importantes e incluso realizar una docena de fichajes con futbolistas que han dado tan buen rendimiento como Peragón, Apoño o Paulo Jorge. Es cierto que el club tiene ahora un tope salarial para fichar, pero con cantidades que en algún caso llega a los 300.000 euros. Salva, con un millón de euros, es un excepción del pasado.
La ley concursal también dio estabilidad al equipo, ya que los jugadores desde que el club entró en el proceso fueron cobrando al día, una situación que no pasaba en tiempos de supuesta bonanza económica.
A día de hoy el Málaga ya ha pasado por la travesía en el desierto y el reto ahora se centra en el ascenso deportivo y en cumplir el convenio con los acreedores en los próximos cinco años. Para conseguirlo Pablo Franco, uno de los administradores, reclama «prudencia, diligencia, trasparencia y experiencia».