«Espero que lo pases bien mientras te sea posible porque igual no estoy donde piensas. No me vas a joder más, que te quede claro. Y estás sola... respira mientras puedas». Este es parte del contenido de una de las cartas que Jesús Enrique L.C, de 41 años, envió a su ex mujer.
Por esta y otras misivas, el juzgado de lo penal número 2 de Vigo le ha condenado a un total de seis años y medio de prisión. La acusación particular pedía 34 años de cárcel.
Otro juzgado, el penal número 3 de Vigo, ya había condenado a Jesús Enrique a no comunicarse ni aproximarse a su mujer durante cuatro años por haberla maltratado y amenazado habitualmente.
Esta sentencia recayó sobre el agresor el 28 de julio del año 2005 y el 7 de febrero del año 2006 fue confirmada por la Audiencia Provincial. Sin embargo, cuatro días antes de la confirmación, Jesús Enrique L.C, enviaba la primera carta, en la que parece hablar en tercera persona: «el mocoso no es de él. Tú sabes de quién es. Eres una puta y le arruinaste la vida» Poco más adelante, el autor de la carta dice: «Te perdona todo lo que hiciste. Lo del niño también. Solo quiere salir de allí. El no hizo todo lo que cuentan. Te quiere. Va a cambiar por ti. Todo va ser diferente».
El niño y la abogada
El 19 de junio del año 2006 el supuesto arrepentimiento de la primera carta quedaba olvidado, después de la separación jurídica. Jesús Enrique escribía en estos términos: «hola separada, o digo mejor divorciada, por que ya lo conseguiste ¿verdad? Te saliste con la tuya y estas feliz y yo aquí jodido. Pero ya te lo diré cuando salga porque tu y yo vamos a tener una charla muy larga» y añadía «como se te ocurra denunciar esto, como hiciste con la otra (carta), tarde o temprano voy a por él y luego (vas) tú. Como tenía que haber hecho hace tiempo».
La mujer amenazada volvió a denunciar la misiva ante los tribunales y Jesús Enrique L.C. le contestó remitiéndole otra: «¿Quién te crees con esa denuncia? No vas a conseguir nada. Con ninguna vas a conseguir nada (...) Dices lo de los malos tratos. Yo no hice nada de eso, porque eres mi mujer y no te portabas como eso. No querías acostarte conmigo. ¿Qué querías que hiciese? Tú me provocabas, tenía que tocarte mientras dormías. ¿Te acuerdas? Después me sacabas de mis casillas y yo reaccionaba. Lo que eres ahora me lo debes a mí. Te enseñé muchas cosas. No te acerques por el juzgado. Te voy a hundir y saldré libre. Ándate con ojo, tú y la joya de la abogada que tienes, porque ya te tengo dicho que a mí el pequeño me importa un carajo. Me suda la p... lo que le pase a él, a ti y a tu abogada. Sé lista por una vez en la vida y retira la denuncia, que puedes hacerlo. Y no es una amenaza es un pequeño consejo».