«Soy más temida por las cosas que callo que por las que he dicho»

Xulio Vázquez

VIGO

13 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Tiene a honra haber sido hija de un sindicalista de izquierdas, aunque no ha seguido su ejemplo porque ha militado en el Partido Popular. Y le enorgullece su título de alcaldesa del Atlántico. Tal vez en su vida ha imitado a esas olas que golpean contra la playa de Samil, aunque ahora lo haga con menos fuerza que en sus años de juventud. Una mujer de tierra adentro que vive a orillas del mar, y no es otra que Karina Fálagan. Lleva algunos años en segundo plano de la escena, aunque no descarta escribir sus memorias y advierte que «soy más temida por las cosas que callo que por las que he dicho».

Recalca que nació en un molino de la localidad leonesa de Castrotierra de la Valduerna. Recuerda su infancia como una imagen casi bucólica: «Con agarimo porque en el río del molino había muchas flores y patos de colores».

Karina Fálagan es la segunda mayor de una familia de ocho hijos. Con siete años se vino a vivir a Vigo, acompañada de dos hermanos más. «Ejercí de matriarca porque los arrastré a todos para aquí», señala. «Se debió a que mi padre estaba en la cárcel junto con Marcelino Camacho por motivos políticos», añade. Asegura que «pasamos de tenerlo todo a quedar sin nada».

Sobresaliente

De sus años de colegiala en las Teresianas de Vigo, se jacta de que sacaba sobresalientes y así consiguió estudiar hasta el PREU. «Estudiaba con las ricas y vivía con las pobres, por lo que conozco esta ciudad mejor que nadie», afirma. «Llevo a Vigo en mis venas y me apena que a veces esté en manos de quien no debería», expresa con lamento.

No duda en calificar al primer negocio que tuvo en la ciudad, el Lady Hamilton, como el más chic. Incluso adelanta que lo reabrirá próximamente y con el mismo nombre. Espera que la nueva vinacoteca se convierta en «el sitio de los vinos para los mosquitos de Vigo». «Antes era un pub con muchas camareras que luego hacían su vida», puntualiza.

Se jacta de que en su local se tomaron las decisiones más importantes para la ciudad. «Se hizo El Corte Inglés (Ramón Areces estuvo allí), se fraguó el puente de Rande (venían muchos ingenieros belgas, alemanes y españoles), el nuevo Concello vigués... En el salón del Hamilton se cerraron grandes negocios y yo fui testigo de ello», explica.

A finales de los años setenta se instaló en su buque insignia, el Jonathan L. Seagull, todo un icono de la playa de Samil. Le puso ese nombre en honor al personaje de Juan Salvador Gaviota y de su autor, el escritor americano Richard Bach. De sus vivencias podría escribir un libro y con infinidad de anécdotas. «Tenía un Jeep para desenterrar a los que metían el coche en la arena y se quedaban atascados», rememora con una sonrisa.

En su época dorada (hasta principios de los 80), su negocio adquirió renombre gracias al Atlantis Show, un espectáculo nocturno por el que pasaron las mejores estrellas del panorama musical español (Julio Iglesias, Chavela Vargas, Alberto Cortés, Alaska...). Guarda recuerdos de muchos de ellos, como fotos dedicadas.

En la actualidad dice que solo funciona bien económicamente en los meses de verano y se muestra crítica con el Concello. «Soy el váter público de todas las excursiones que llegan a Samil, porque aquí no han puesto servicios públicos», reprocha.