Hubo un tiempo en que Vigo era un barrio de Nueva York. Así lo descubrió Wegener cuando observó que los continentes de un mapa encajaban como un rompecabezas. Surgió así la teoría de la deriva de continentes, hoy actualizada por la tectónica de placas, que explica que, hace millones de años, había en la Tierra una sola masa continental, llamada Pangea, que se fue haciendo pedazos para formar la actual bola del mundo. Desde aquel remoto pasado, en que la ría estaba pegada al río Hudson, Nueva York y Vigo se han distanciado mucho.
Pero algo debe quedar de aquel lejano recuerdo. Como mínimo, una extraña predisposición a hablar en la lengua de Herman Melville. Ha cuajado en nuestra ciudad un nuevo idioma, que daríamos en llamar viguinglish y que pronto nos acabará enseñando el profesor Mauder en mil palabras.
Gran ejemplo del viguinglish está en el tanatorio de Puxeiros, llamado Vigomemorial, pero al que el común de los vigueses llama «Vigomemórial» y hasta, en ocasiones, «Vigomémorial». No sé si me explico con los acentos, pero lo que quiero decir es que la palabra «memorial», en gallego y castellano, es aguda. Que se acentúa en la «al», vamos a decir.
Por una extraña analogía con el inglés, los vigueses pronuncian su tanatorio como si estuviese en Connecticut o en el río Potomac.
Otro tanto sucede con la inmobiliaria y el equipo de baloncesto llamados Vigo Urbán. Que la ciudadanía los ha bautizado «Vigo Urban», con acento en la u. Una palabra gallega, «urbán», se convierte en viguinglish en la inglesa «urban», que nos debe parecer más fina.
Tan liados estamos con el idioma híbrido, que cuando Zara abrió tiendas para el hogar, pensamos que eran de ropa de hombre. Y que por eso se llamaban Zara Home. Mientras que, en un bar de la calle Mantelas, llamado Lobishome, están aburridos de que les pregunten qué significa esa extraña palabra inglesa. Y al «hombre lobo» en gallego lo pronuncian «lobisjom».
Con evidente inocencia, Abel Caballero envía a los niños a aprender inglés a Inglaterra, cuando el mejor sitio para hablarlo bien pudiera ser aquí.
Lejanos los tiempos en que, en las películas, actuaba Jon Vaine, vivimos ahora el fenómeno contrario. En La Guerra de las Galaxias, los «yedis» se han convertido en «yedais» y Dark Vader, suena ahora "«eider», que es más sofisticado.
Mil millones de años no es nada y cualquier día podemos reencontrarnos con Nueva York. Por si acaso, mientras tanto, no perdamos la forma: Todos a practicar el viguinglish.