«Entrenábamos en una explanada al lado de una farola para tener luz», recuerda Mosquera, jugador a finales de los setenta
26 nov 2008 . Actualizado a las 11:44 h.Mientras el presidente apura en el despacho sus planes de futuro, Capelo revuelve en los archivos buscando algún recuerdo que añadir a su memoria. Capelo tiene cumplidos los ochenta y fue jugador del Club Deportivo Coya en su juventud. Sonríe mientras mantiene en su mano temblorosa la ficha que utilizaba entonces. Por allí han pasado miles de chavales desde su fundación en 1911. Es, eso dicen, el club decano de Galicia.
«Aunque el Deportivo haya celebrado ya su centenario, no se corresponde con la realidad. Primero porque entonces no se llamaba así, y luego porque ellos no compitieron entre 1936 y principios de la década de los cuarenta», recuerda el mandatario, Juan Manuel Soage. El Coya no se ha perdido ni un año desde su creación. Se inscribió en la primera Federación Española de Fútbol, creada en 1913, y sobrevivió a la guerra civil jugando en la liga creada por la falange.
Los últimos dos años han sido un duro golpe a su leyenda. El club ha visto morir a Pepe Villar, su gran baluarte y socio número uno, al padre del actual presidente, que era el dos, y a Márquez, un veterano que tenía el carné número tres. «De más de setenta años nos quedan veintitrés socios. Al margen de ellos, tenemos muy pocos más, apenas los padres de los niños», dice Soages.
Los años han pasado sin preguntar. El club prepara ahora su centenario como un guiño a su historia. «Es el equipo de mi barrio, allí jugué siete años. No teníamos campo, entrenábamos en la antigua estación de tranvías y aprovechábamos una explanada en Florida porque había una farola y no teníamos luz», recuerda Jose Luis Mosquera, ex jugador del Celta y actualmente trabajador de su secretaría técnica. «El contacto no lo he perdido, el presidente es el mismo y mis padres siguen viviendo al lado del club».
Las instalaciones han mejorado, pero siguen siendo insuficientes para los 240 chavales que conforman sus quince equipos. «No damos abasto, tenemos que entrenar en el parque de la Bouza y jugar con los más pequeños en Samil porque no tenemos otro sitio», afirma el presidente. Hace unos meses han estrenado dos equipos femeninos, uno de base y otro que compite en el grupo tercero de regional. Toda una declaración de intenciones para una institución que prepara su fiesta.