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«En una hora se aprende a jugar, pero se necesitan miles para ser maestro»

Xulio Vázquez

VIGO

17 dic 2008 . Actualizado a las 12:36 h.

Ha movido más peones que la mayoría de las constructoras. Conquistó más tableros que tierras otorgadas a muchos reyes. Derribó más torres que los castillos levantados en la Edad Media. Sus dos caballos dieron más saltos que Rocinante y Babieca. Cortejó más damas que en las de la corte versallesca. Supo sacrificar alfiles para poder decir una de sus frases favoritas: jaque mate. Así fue como Roberto Páramos Domínguez (36 años) llegó un día a ser un gran maestro del ajedrez. Además hizo de este juego su profesión. Es el director de Xadrez Galego. Una escuela internacional que imparte clases a más de mil alumnos. Ya se ha convertido en la principal cantera española y en todo un referente en Europa para este deporte, a pesar de su pequeño espacio en el número 15 de la calle Ruiseñor. -¿Qué servicios ofrecen? -Todo lo relacionado con la formación, competición y organización. -¿Cuál es su método? -En lo que a la escuela de ajedrez se refiere, tenemos un método de diez grados, que va de cero a gran maestro. Y lo he elaborado y programado yo mismo. -¿De dónde proceden los alumnos? -Trabajamos con los principales colegios de Vigo y su comarca. Por lo que se refiere a la competición, disponemos del Club Xadrez Lucena, que es el más grande de Galicia con 70 licencias. También tenemos un convenio con la Universidade de Vigo, en la que tenemos a cuatro de los seis campeones gallegos de este deporte. Somos tienda oficial en Galicia y nuestro proyecto educativo está editado. Además de ser una empresa especialista en márketing. Hacemos páginas web, dípticos y ayudamos a organizar eventos relacionados con el ajedrez. Asimismo, participamos en convenios con el Concello, Diputación y Xunta. -¿Han traído a algún campeón internacional? -Sí, hace muy poco estuvo aquí el campeón de Europa Sergei Tiviakov. Próximamente inauguraremos la escuela provincial de ajedrez en línea a la que podrán acceder todos los pontevedrés directamente y gratis a través de Internet. -¿Cuánto tiempo llevan funcionando? -Son ocho años en el centro de Vigo, pero ya nos hemos convertido en un referente europeo. Esperamos que tanto las instituciones como las entidades privadas nos presten su apoyo para poder conseguir nuevas metas. Ahora mismo Manuel Pena está compitiendo en Elgóibar, en un torneo internacional, para convertirse en el segundo gran maestro de la historia del ajedrez en Galicia. -¿Su trayectoria deportiva? -Soy maestro internacional y he sido el jugador más laureado de Galicia en este deporte. Salí del Colegio Marcote y considero que el ajedrez tiene que formar parte del sistema educativo español. -¿Qué aportaría como materia educativa? -Permitiría mejorar los valores y las capacidades. -¿Le confiere otros beneficios? -Sí, está demostrado que es bueno para prevenir la enfermedad de Alzheimer y la de Parkinson. Porque su práctica implica una gimnasia mental. -¿Por qué al ajedrecista se le imagina con gafas y se le asocia a las «ratas» de biblioteca? -Es un problema cultural, pero ya no sucede así, como es el caso de alguna campeona rusa. Cualquiera puede aprender a jugar al ajedrez, desde niños de 3 años a señoras de más de 80, incluso gente con alguna incapacidad. Antes se decía que era el típico chapón o empollón. -¿Qué le diría a un principiante? -Que las reglas son muy fáciles. Incluso en una hora se puede aprender a jugar una partida. Es como andar en bicicleta. Otra cosa es jugar bien, ser un artista o convertirse en un maestro. Eso son miles de horas de dedicación, no inferior a un trabajo de diez años. Tuve a cinco mil alumnos y solo uno ha llegado al décimo grado y otro, al noveno. Con ese conocimiento, se puede llegar a estar entre los 100 mejores. Pero, en el grupo de los privilegiados, se requiere mucho talento y otras circunstancias. -¿La edad ideal para empezar? -Sobre los seis años. -¿Con quién se puede comparar al campeón de ajedrez? -Con un bróker o un controlador aéreo, porque en un instante puede echar por tierra todo su trabajo.