Doscientas escopetas se dieron cita el martes 5 de febrero de 1952 en los montes de Fontefría, en A Cañiza, para participar en una cacería de lobos. Unos dieciocho lobos había realizado algunos ataques al ganado no estabulado de la zona y alguien decidió darle rienda suelta al gatillo. A la montería acudió el Gobernador Civil y un equipo del NO-DO, que recorrieron los montes en buscada de los feroces animales. Los vigueses interesados en participar en esta batida se inscribieron en la peluquería del popular Minguela, ubicada en la calle Carral, número 1, que años después protagonizaría un recordado incidente al afirmar que había sido atacado por alienígenas.
Incluso, días antes, la alarma había llegado a las parroquias de San Paio de Navia y Coruxo, donde varios animales habían aparecido muertos por el ataque de alimañas. Se decía en la prensa que los habitantes de la zona «no se atreven a salir de sus casas por la noche».
La presencia de lobos debió de ser abundante en aquel comienzo de año porque en Fornelos también habían realizado una batida a mediados de enero en la que abatió a una loba.
Carterista internacional
Por aquellos días, la policía detenía con las manos en la masa al carterista apodado el Argentino, que a pesar de su mote era natural de Vigo, «de ese foco de maleantes que es la Herrería», apuntaba un periodista de El Pueblo el 6 de febrero. Al parecer, el maleante se había forjado cierta fama en Buenos Aires, de donde tuvo que salir por piernas, para seguir hurgando en los bolsillos ajenos en Río de Janeiro. El Argentino puso un paréntesis en sus carrera profesional en un tranvía de la línea de Los Caños.